Capítulo Seis

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Tal vez eso no había sido una buena idea después de todo.

Jaemin se asomó por la esquina del pilar detrás del que estaba escondido y vio cómo el matón del Rey de los Ratones se detenía frente a una de las grandes puertas doradas en el extremo del amplio y vacío pasillo. En este momento, todo el mundo estaba en el salón de baile, aunque era extraño que aquí no hubiera soldados de juguete apostados hasta el final como los había más arriba. Observó en silencio cómo el matón llamó a la puerta y se le permitió entrar. Para sorpresa de Jaemin, la puerta se había quedado entreabierta. Oh, esto no puede ser bueno en absoluto. Pero, ¿qué se suponía que debía hacer? Miró alrededor, esperando ver a Jeno con Jack a remolque, o incluso a Yuta. Por supuesto, nadie llegó. Mordiéndose el labio inferior, se mantuvo cerca del suelo mientras corría desde su escondite al pilar, ni a dos pies de distancia de la puerta entornada. Respirando profundamente, echó un vistazo rápido al interior.

La habitación estaba en penumbra, pero Jaemin podía distinguir tres figuras en la sombra, una de ellas era el matón del Rey Ratón que estaba furioso con quienes Jaemin solo podía asumir que eran los soldados de juguete traidores.

— ¿Qué quieren decir con que no está aquí? ¡Por supuesto que está aquí, idiotas! Son afortunados de que el Rey Ratón necesite soldados en el interior, o ya los hubiera liquidado a estas alturas. Como de costumbre, voy a tener que hacerme cargo de esto yo mismo. —El matón suspiró y uno de los soldados de juguete se acercó a él y le susurró algo al oído antes de desaparecer entre las sombras—. Bueno, ya era hora. Finalmente, algunas buenas noticias. Traedlo aquí.

Oh no, ¡tenían a alguien! Pero, ¿quién? Los brazos de Jaemin fueron agarrados de repente y lo levantaron del suelo. ¡Polvo de duende! ¡Era él! Jaemin gimió cuando fue llevado a la habitación y la puerta se cerró tras ellos. Las luces se encendieron y Jaemin no pudo evitar un grito de asombro. Estaba lleno de matones del Rey Ratón. 

Bah, tonterías ¿y ahora qué?

—Hola, mi pequeño ratón de iglesia. —El matón a cargo se acercó a Jaemin con una amenazante sonrisa—. Eres una pequeña cosa astuta, ¿no es así? La primera vez que un elfo me toma la delantera.

—Nunca vas a salirte con la tuya —Jaemin escupió con furia, luchando contra sus captores. Sabía que era inútil, pero no estaba dispuesto a darse por vencido fácilmente.

—Qué cliché —el matón, arrastró las palabras. Hubo una conmoción desde el otro extremo de la habitación y una voz familiar llevó el forcejeo de Jaemin a su fin. Deseaba con todas sus fuerzas que no fuera lo que él pensaba que era.

—Bueno, ahora parece que está demostrado ser mi día de suerte. —El matón se volvió y el corazón de Jaemin saltó en su garganta.

—Oh, no. Jeno...

—Lo siento, Jaemin. —Jeno dejó caer la cabeza en señal de derrota—. Tenía que venir a buscarte.

El matón hizo un gesto de asentimiento a los soldados que sostenían a Jaemin y lo dejaron en libertad. Sin un segundo pensamiento, se encontró con los brazos abiertos de Jeno y lo abrazó con fuerza.

—Lo siento mucho, Jeno.

—Bueno, este es un día alegre en efecto —declaró el matón gozosamente, levantando un negro bastón cuyo pomo tenía la cabeza de una rata de plata con dientes afilados que ahora estaba brillando—. No solo puedo deshacerme de los dos, sino que consigo hacerlo mientras atrapo a Frost. —Jaemin miró al matón, ganándose una sonrisa a cambio—. Ahora, no me mires así. Por lo menos estarán los dos juntos. Eso es bastante generoso por mi parte, ¿no es así?

Arreglando a Jeno  -  NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora