A la mañana siguiente, Jaemin se despertó solo. Con el corazón en la garganta, salió a gatas de la cama, aferrándose a su bata para que no se deslizara hasta el suelo. ¿Qué pasaba si Jeno tenía problemas, o peor? Había tanto en lo que Jaemin necesitaba pensar, tanto que quería decir a Jeno. Si alguien comprendía lo que era sentirse solo y asustado, era Jaemin, y aunque Jeno no podía admitirse a sí mismo sus sentimientos, Jaemin aún planeaba estar allí para él, ayudándole en ello. Solo podía imaginar lo agotador que debía ser para Jeno, tener que fingir siempre que podía disfrutar de todo lo que componía su mundo encantado. Un elfo que no pudiera oler o ver el color era como ser la única estrella en un mar de estrellas que no pudiera brillar.
— ¡Jeno! —Jaemin salió de la habitación presa del pánico y colisionó contra un cuerpo duro con un "¡Paf!"
— ¿Qué? ¿Qué pasa? —Jeno agarró a Jaemin por los hombros para sostenerlo, sus ojos grises llenos de preocupación—. ¿Estás bien?
Jaemin dejó escapar un suspiro de alivio y antes de que se diera cuenta, estaba lanzando sus brazos alrededor de Jeno.
—No te fuiste.
—Por supuesto que no lo hice. Dije que no lo haría, ¿no? ¿Es eso lo que te tiene agitado esta mañana? ¿Pensaste que me había ido? —Los brazos de Jeno rodearon tentativamente a Jaemin, sosteniéndolo cerca—. Eres el muñeco saltarín de una caja sorpresa ¿lo sabías?
—Lo sé —murmuró Jaemin, con la esperanza de que Jeno no pudiera decir que estaba haciendo pucheros. Nunca en todos sus sueños habría imaginado estar en los brazos de Jeno, pero cada vez que pensaba porqué Jeno había sido tan malo con él, Jaemin no podía evitar que su corazón saltara. Tenía que convencer a Jeno de que no era diferente de cualquier otro elfo y que era digno de ser amado. Abrió la boca y se apartó, sus manos ahuecando las mejillas de Jeno—. Por favor, perdóname por lo que dije ayer por la noche cuando volviste del baño. No quise decir eso. Estaba enojado y molesto y...
—Está bien. —Jeno se removió de un pie al otro, y cuando habló, todo salió en un apresurado aliento—. Lo que soy no es culpa tuya y no debería haber dejado que mis inseguridades me convirtieran en un ogro y siento si te asusté todas esas veces en la oficina. —Jeno se volvió y se dirigió hacia la sala de estar con Jaemin siguiéndole de cerca, haciendo esfuerzos para contener su sonrisa.
Una vez dentro de la cocina, Jaemin se encontró a Jack y Yuta sentados a la mesa con tazas de chocolate caliente y periódicos. Abrió la boca para decir buenos días y un bostezo se le escapó en su lugar. Debía haber estado más cansado de lo que pensaba. Frotándose los ojos adormilado, cubrió otro bostezo y miró hacia arriba para encontrar que todos lo miraban.
— ¿Qué? —Jaemin miró abajo a su aspecto desaliñado, pero fue incapaz de detectar cualquier cosa que no fuera normal allí. Cuando levantó la vista hacia Jeno, se sorprendió de encontrarlo mirando a los dos elfos mayores. Jeno se puso delante de Jaemin, bloqueando su visión de los otros dos y enderezó su bata.
—Por el amor de la Navidad, Jaemin, cúbrete. —Jeno luchaba con la bata de Jaemin, tirando de la parte que colgaba de su hombro y asegurando el cinturón firmemente alrededor de su cintura. ¿Había pasado algo por alto? Siempre parecía un desastre cuando se despertaba por la mañana. Francamente, tendía a parecer un desastre la mayor parte del tiempo.
—Buenos días —saludó Yuta mientras Jeno sacaba una silla para Jaemin diciéndole que se sentara antes de colocarse en la silla de al lado.
Jack dobló el periódico y dio a Jeno una sonrisa maliciosa.
—Si no lo quieres, Jeno, solo dilo y te lo quitaremos de las manos.
—Cállate —gruñó Jeno.
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Arreglando a Jeno - NoMin
Fanfic𝐍𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐬𝐨𝐧 𝐛𝐫𝐢𝐥𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐩𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐧𝐢𝐞𝐯𝐞 𝐲 𝐛𝐚𝐬𝐭𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐜𝐚𝐫𝐚𝐦𝐞𝐥𝐨 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐮𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞𝐥 𝐏𝐨𝐥𝐨 𝐍𝐨𝐫𝐭𝐞. 𝐋𝐨𝐬 𝐨𝐟𝐢𝐜𝐢𝐧𝐢𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐉𝐚𝐞𝐦𝐢𝐧 𝐲 𝐉𝐞𝐧𝐨 𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐧 𝐨𝐭...