Permaneció con sus ojos cerrados y en una posición cómoda para su espalda, en las camas de cada lado de su cama habían sido ocupadas por dos soldados que al igual que él habían herido a muerte, pero que habían logrado sobrevivir. el primero era un rubio de ojos azules, que aunque herido, hablaba prácticamente todo el día llegando a ser fastidioso, el otro era callado y la mayor parte del tiempo se le pasaba dormido ignorando lo que ocurría a su alrededor, ambos con su misma edad y el rubio igual huérfano de padres.
Su día consistía en despertar mover su cuerpo, al menos las partes que el dolor le permitía, cruzar un par de palabras con la mujer que los atendía y después fastidiarse con la voz del rubio.
"¿Cómo se a sentido señor Nara?".
Escucho preguntar a la enfermera mientras observaba el suero del perezoso, que ni se molesto en contestar y hizo un leve movimiento de asentimiento. Observo con detenimiento como la enferma iba en dirección de su cama y observaba la bolsa de suero que había remplazado la de sangre. Media hora después se encontraba ignorando la habladuría del rubio e intentando calmar la pulsación de su cabeza.
"... Entre al ejercito después de la muerte de mi padrino, no tenía dinero ni comida y escuche que en el ejercito te daban hospedaje y ropa" contó el rubio deteniéndose para beber de un baso de agua que le ofrecía la enfermera.
"¡!NARA SHIKAMARU!¡".
Los cuatro dieron un pequeño brinco en sus lugares al escuchar el grito proveniente del pasillo, cuando su mirada se dirigió al joven perezoso pudo ver una expresión de horror en su rostro. Varios pasos de al menos dos personas se hicieron de escuchar cada vez más cerca de la sala de recuperación.
"Temari, Ino" dijo en forma de saludo el Nara al ver dos mujeres rubias entrar en la sala sin importarle nada.
"¿Cómo te atreves? Soy tu esposa y apenas vengo a enterarme que casi mueres" recrimino la mujer de cabello rubio opaco y ojos verde agua "Hasta mis hermanos se preocuparon por ti, maldito perezoso".
El Nara permaneció en silencio escuchando las palabras de la mujer que alegaba ser su esposa, y que el Hyüga supuso que en realidad lo era, en cuanto el alegato de la primera rubia se detuvo la siguiente rubia, más joven, se hizo de escuchar.
"Tu madre estuvo muy preocupado por ti, inclusive se enfermo, busca una respuesta para que Temari no te mate" dijo la siguiente rubia pero de manera calmada y con voz baja "Felicidades ya eres padre".
La reacción del Nara fue un total poema, sus ojos se abrieron y su boca formo una "o" mientras que en sus hombros se podía observar la tensión.
"Que problemático" dijo el joven mientras pasaba su brazo izquierdo por detrás de su cabeza y rascaba su nuca.
"Señoras, les pido que respeten a los enfermos" reclamo la enfermera al notar como ambas rubias iban a iniciar un alegato "Si no hacen silencio y cumplen con las reglas de la visita serán escoltadas a la salida".
Ambos rubias asintieron con la cabeza gacha y un sonrojo de vergüenza asomándose en su rostro, mientras ambas rubias se mantenían estáticas aprovecho y la analizo, ambas llenaban dos enormes vestidos, los que solo usan las mujeres de la clase alta, con mangas largas y corsé bajo las telas, joyas colgaban de sus cuellos y lóbulos, en sus dedos se podían ver enormes anillos, con una excepción en ambas que una tenía un anillo de matrimonio en mano derecha y la otro solo lo tenía uno por decoración, en sus cabezas un gorro cubría la parte trasera de su cabezo y cabello.
"Lo sentimos mucho, acataremos las ordenes" dijo la rubia aparentemente mayor mientras movía su man izquierda por la falda de su vestido.
Con un asentimiento por parte de la enfermera, esta salió de la habitación con el carrito en el que llevaba lo necesario para las curaciones, en cuanto la mujer salió del lugar ambas rubias lanzaron una mirada de desaprobación al Nara.
"Estoy esperando la explicación Nara" dijo la esposa del varón mientras se cruzaba de brazos y ponía un semblante de superioridad.
"Lo siento, supuse que sería mejor no decirte nada si no había muerto, no quise herirte" se disculpo quebrando su voz en un intento por convencer a las féminas "Desde cuando ustedes dos son tan amigas, se suponía que se odiaban a muerte".
Todos en la habitación pusieron atención al intento de cambio de conversación.
"Nos seguimos detestando, pero en silencio, el pequeño Shikaru no tiene por que ver como su madre y su tía pelean" respondió la rubia más joven como si fuera lo más obvio "¿Y Chouji?".
"La última vez que hablamos posicionaba a su grupo" respondió acostándose de costado, dándole la espalda, y haciendo una mueca de dolor ante el cambio de peso.
Al notar tal expresión la esposa se acerco y con cuidado lo acomodo en su nueva postura, la rubia dirigió sus ojos azules a los otros ocupantes, deteniendo su mirada sobre él.
"Sus ojos son como los de Hinata" dijo en un susurro, que todos escucharon, hacía su amigo.
"Es por que es un Hyüga Ino" respondió el Nara ignorando la expresión de sorpresa por parte de la rubia menor. "Las mutaciones del gen Hyüga los hacen prácticamente únicos".
Sin poner cuidado a las palabras del Nara observo como la rubia se acercaba a su camilla con una sonrisa en su rostro.
"Soy Yamanaka Ino" se presento la joven "¿Cual es su nombre?".
Observo con seriedad su alrededor, pues se suponía que las mujeres de su clase no mantenían conversaciones con hombres descocidos.
"Hyüga Neji".
"Neji... que lindo nombre" comento Ino mientras una nueva sonrisa se asomaba en sus labios "¿Cómo termino en el hospital?".
Espero les haya gustado este primer capítulo, voten y comenten.
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Heridas Del Alma |NejiIno|
RandomHuérfano desde los siete años fue criado para servir como un esclavo a la familia de tío, quien se suponía debía cuidarlo, como una forma de escape se unió al ejercito y llevo una vida callada y solitaria usando algunas noches para calmar los deseos...