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LUKAS ACOMPAÑÓ A Hiccup hasta los establos, entre bromas inocentes y alguna que otra tomada de pelo.
Ahí, en uno de los nidos, el Fantasma Plateado veía jugar a sus otros cinco bebés con una calma imperturbable. Se acercaron despacio, y Lenguadeplata voló hasta sus hermanos para jugar también. La dragona de gran tamaño los miró desde arriba, realmente imponente.
-Debes ganartela -le dijo Hiccup mientras se acercaba a acariciar a la madre-, enséñale que puede confiarte a su bebé.
Pero cuando Lukas trató de acercarse, la dragona enseñó sus filosos dientes e inmediatamente retrocedió. Hiccup torció su gesto en una sonrisa y se cruzó de brazos.
-Debes hacerlo con cuidado, inclina la cabeza en una reverencia -explicó con paciencia de sobra-. Te sorprendería que si te ven como uno de los suyos, hasta al dragón más rebelde se puede amaestrar.
-Pero este ya está amaestrado -replicó Lukas mirando con desconfianza a la bestia de plata.
-Oh, sí, solo que no le caes bien -Hiccup volvió a sonreír y para justificar, agregó:-Le robaste a su bebé.
-Qué consuelo.
-¿Quieres a Lenguadeplata o no? -preguntó el vikingo-. Anda, inclínate, deja que ella dé el primer paso.
Lukas obedeció y agachó la cabeza. La Fantasma Plateada ladeó su cabeza, curiosa, antes de acercarse con lentitud. Lukas tembló cuando sintió al enorme dragón soplando en su nuca, verificando si era de confianza o no.
Cuando se alejó, él pudo respirar correctamente. Lukas se relamió los labios y alzó los ojos, para encontrarse de sopetón con la profunda mirada azul sobre él. Sus enormes ojos como el cielo resaltan entre sus escamas de plata.
-Extiende la mano, con cuidado. -Escuchó que le decía Hiccup desde atrás-. Pero no la toques, ella debe acercarse, siempre.
Lukas no supo por qué, pero obedeció sin rechistar, y poco a poco fue alzando su mano. La bestia lo miró unos segundos que a él le parecieron eternos, e inesperadamente, pudo percibir el tacto suave y frío de las escamas del dragón contra su palma. Su corazón latió con fuerza y él contuvo un jadeo de sorpresa.
