¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ASTRID E HICCUP corrieron a sus dragones. Ambos vikingos habían hallado correcto que ir y ver la procedencia de la gran y aterradora nube de humo que se alzaba a la distancia era, en definitiva, una buena idea. En realidad, los dos se veían ligeramente emocionados e intrigados con la posibilidad de un peligro inminente.
Lukas los miró montarse a Chimuelo y Tormenta respectivamente, y honestamente, que le jodieran a eso. Él tenía sus prioridades, y buscar el peligro ya no era una. Además, él no estaba volviendo a subirse a un dragón.
Hiccup y Astrid se giraron a verlo cuando parecieron recordarlo.
Lenguadeplata estaba sobre sus hombros y tenía ojos casi tan escépticos como los de su dueño.
-¿Vienes o no? -dijo Hiccup entonces, extendiendo una mano y ofreciendo asiento atrás de él sobre Chimuelo.
Lukas lo miró de arriba a abajo, no muy impresionado.
-Estás demente si piensas que voy a subirme a esa cosa a voluntad propia.
El vikingo frunció el ceño, confundido.
-¿Entonces cómo es que llegaste hasta aquí...?
Astrid se regocijó con la respuesta, maquiavélica.
-Tormenta lo hizo su juguete.
El Nadder gruñó y se acercó a olfatearlo con cariño. Hiccup frunció los labios en una mueca.
-Oh...
-Sí, así que no te ofendas Hiccup, pero coloco mi vida en las garras de este dragón antes que en las de Chimuelo -explicó Lukas bajo la atenta y letal mirada del Furia Nocturna.
Lenguadeplata siseó en contra de Chimuelo, orgulloso y resentido.
Hiccup lució algo decepcionado, pero no le duró mucho. Astrid extendió una mano para ayudar a Lukas a subirse.
-No estés celoso, Hiccup -canturreó la rubia dado cierto momento.
El vikingo sacudió la cabeza mientras emprendía vuelo. Ante los movimientos bruscos, Lukas se aferró con fuerza a Astrid.
