La clásica novela corta de navidad de Charles Dickens donde nos muestra la belleza de la navidad y la belleza actualmente escondida de los hombres, donde la mas malvada criatura nos hace ver que cualquiera puede cambiar sin importan cuan mala haya s...
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Frente a su cama una figura espectral cubierta de un manto oscuro impidiendo ver con claridad su rostro o siquiera que ropa tenía puesta cuyo único claro de detectar eran sus brillantes ojos resplandecientes. No tenía algún adorno navideño como las dos criaturas anteriores. Parecía una persona fantasma o el mismo demonio que quería llevársela al infierno.
Con un poco de temor y frio acariciando sus brazos preguntó de nuevo en la noche:
—¿Me vas a llevar al infierno?— cogió la manta más pequeña de su cama para cubrirse a modo de capucha.
La sombra sin dirigirle una palabra negó con la cabeza lentamente.
—Entonces ¿Quién eres?— preguntó levantándose del colchón acercándose cautelosamente teniendo en mente que si se la llevará al infierno por todos sus delitos ya vistos anteriormente huiría lo más lejos posible.
—El espíritu de las navidades futuras—menciono aquella voz haciendo énfasis a qué se trataba de un hombre y no de una chica como Yerin o Dahyun.
El espíritu extendió su mano a los cielos y de entre sus dedos apareció un puro encendido, el humo envolvió a Jennie a la par que el espíritu se lo llevaba a los labios.
—Puedes llamarme Yoongi— pronunció la criatura antes de que se transportaran a la sala de ensayo de Jennie. Al abrir los ojos su habitación había desaparecido y su sala de ensayo se canjeo por ella.
—¡Uff!— un escalofrío recorrió el cuerpo de Jennie —¿Porqué esto está tan frío? Los inviernos anteriores no eran tan gélidos como este— se dio cuenta abrazándose a sí misma.
—Cuando trajiste el egoísmo a tu vida, trajiste también todos sus derivados; un invierno que con el tiempo se hace más frío algunos lo llaman; "La soledad" — Yoongi retiró la capucha de su cabeza mostrando su rostro, adornado con una cicatriz que comenzaba desde su parpado hasta atravesar su ojo izquierdo, su cabello era blanco, también su piel y parecía que su rostro brillaba fugazmente a pesar de tener un atuendo oscuro que mostrará unos poquitos detalles navideños representantes del crudo invierno.
Jennie no pudo evitar notar que estaba en su sala de ensayo, pero parecía haber tenido un cambio drástico de remodelación puesto que los espejos lucían aún más brillantes y limpios que de costumbre, la grabadora que hacía sonar la música era de última generación tecnológica con aspecto moderno, las puertas y ventanas parecían ser de un metal brilloso y un vidrio aún más grueso que el que solía haber cuando llegaba a la agencia. Lucía altamente divino. Sin embargo, se encontraban esos horrendos detalles que ella detestaba con toda su vida, en la puerta se encontraba una corona navideña adornada de bonitas Nochebuenas en miniatura, el borde de los espejos que rodeaban las paredes tenían guirnaldas y campanas colgando de ellos, y lo más llamativo; un Santa Claus cargando un regalo en la parte interior de la puerta.
—¿Acaso cambie?— preguntó Jennie con el tono atemorizante que sorprendió al espíritu, pero con un toque de alegría que no pasó desapercibido.
