ᴜɴᴏ

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[lourdes's pov]

emocionada, me levanté de mi cama cuando la alarma de mi teléfono sonó. y es que hoy llegaba mi hermano de su viaje a españa, el cual había hecho hacía casi un año. asi que, luego de hacer mis necesidades y bañarme, bajé a hacerle un desayuno. eran las nueve y, según el nos había dicho llegaba a las diez. 

—que raro que estés levantada tan temprano, un sábado. —comentó mi mamá, sorprendida.

—es que hoy viene el oveja. —comenté nombrando a mi hermano con el apodo especial que tenía para él. —y quiero hacerle un desayuno. —agregué.

—bueno... —comentó mi padre, sorprendido también. —veo que realmente lo extrañas mucho.

—demasiado. —respondí mientras abría la heladera y sacaba un poco de manteca y una caja de leche. —¿me ayudas a hacer esas galletitas que le gustan? —pregunté y mi mamá asintió contenta.

luego de un poco más de media hora, las preparación estaba en el horno y yo comenzaba a prepararle un café helado. fue cuando terminé de hacerlo, que mi mamá decidió que las galletitas estaban listas y las sacó para que se enfriaran antes de la llegada de franco, pero eso no pudo ser ya que el timbre sonó y, sabiendo quien era, corrí hacia la puerta principal.

cuando abrí, lo vi ahí.

—¡oveja! —grité y me abalancé sobre él para abrazarlo.

—hola hermanita. —dijo él abrazándome también.

—te extrañé tanto. —confesé sintiendo como mi voz se quebraba.

—no te vas a poner a llorar, boluda. —reí mientras me separaba y dejaba que mis padres lo abrazaran también. 

al alejarme noté que detrás de mi hermano había una chica, que miraba la escena familiar algo conmovida. si esa era el novia, debía admitir que mi hermano tenía un buen gusto. la rubia era hermosa.

—hola... —comentó mi madre viéndola. —perdón, no te vi. —rió limpiándose unas lágrimas que se le habían salido de la emoción. —soy gabriela, la mamá de franco.

—soy martina, martina benza. —se presentó.

—¿es tu novia? —le preguntó mi papá a mi hermano y este rió mirándola, ella rió también, dejándonos un poco confundidos.

—no, pa. es mi mejor amiga, la conocí allá. 

—¿sos de españa? —ella negó. 

—soy de acá, pero mi familia y yo nos mudamos hace unos años y, bueno. yo... decidí volver y hacer una nueva vida acá. —contó.

—y tus papás que...

—bueno, pa. —interrumpí. —demasiadas preguntas, ¿no? —dije al notarla algo incómoda y todos rieron. —¿vamos adentro? te preparé el desayuno. —le hablé ahora a mi hermano.

—¿te quedas a desayunar? —le preguntó mi hermano y ella asintió, logrando causar una sonrisa en él.

entramos los cinco, y nos sentamos a desayunar y a escuchar las historias vividas de fran y de la rubia.

—¿estás muy cansado? —le preguntó mi mamá a mi hermano, este asintió como respuesta a la vez que soltaba un bostezo.

—no puedo más. —confesó frotándose los ojos. —¿querés que te acompañe a casa así descansas también? —le preguntó.

—dale. —respondió ella.

—¿no querés que te lleve yo? —sugerí y cuando todas las miradas se posaron sobre mi, comencé a sentirme nerviosa y a hablar rápido. —d-digo, porque vos todavía no tenés la licencia y yo la pue...

—¿ya manejas? —interrumpió emocionado. asentí. —te voy a usar de chofer. —confesó y reí negando con la cabeza.

—te voy a cobrar. —respondí poniéndome de pie. —cabeza... —le hablé a mi papá. —¿me das la llave del auto? —el asintió lanzándomelas.

—trata de no chocar. —sugirió y franco rió.

—avisame si llegas viva, marti.

—ey. —comenté empujando su hombro.

—vamos, yo confío en vos. —confesó clavando su mirada en mi, logrando ponerme un poco nerviosa. como respuesta solo sonreí.

—vamos —ella se puso de pie y yo hice lo mismo.

martina se despidió de todos y luego, salimos directo hasta el auto.

—¿me guías? —le pregunté una vez dentro del vehículo.

—acá tenés la ubicación. —comentó pasándome su teléfono.

—ah, estamos bastante cerca. —dije en el intento de sacar conversación.

—al parecer si. —respondió simplemente, y después de eso, ninguna dijo más nada por unos minutos hasta que ella volvió a hablar. ¿puedo preguntarte algo? —soltó de repente. asentí mirándola por unas milésimas de segundo, para después concentrarme en el camino. —¿cuántos años tenés?

—dieciocho —comenté algo confundida por su pregunta. —¿por?

—curiosidad. —se encogió de hombros.

—¿vos tenés la edad de mi hermano?

—si. —respondió. —¿por?

—curiosidad. —respondí de la misma manera que ella y la vi sonreír mientras miraba por la ventanilla del auto.

unos cinco minutos después, llegamos a su casa.

—es acá, ¿no?

—si. —respondió. —gracias por traerme. —agradeció girando un poco su cuerpo en el asiento y posando su vista en mi.

—de nada, cuando quieras. —le sonreí y la vi elevar una ceja.

—fue un placer, lourdes. —me sonrió y luego dejó un beso en mi mejilla.

—igualmente, martina.

ᴍᴀʀᴛɪɴᴀ | ᴍᴀʀᴛᴜʟɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora