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Poco a poco iba despertando, sentía los fuertes brazos de Edward abrazándome por la cintura y por más que me gustara tenerlo cerca, necesitaba salir de la cama para poder. Pero alguien no me daba oportunidad de moverme porque estaba profundamente dormido. Mire al rededor de la habitación y si, cada una de nuestras prendas se encontraban en el suelo, al instante me sonroje de solo recordar la nochebuena de ayer.

— ¿Hace falta que te muevas? — murmuro él aun con los ojos cerrados. Tal acción me sorprendió porque en realidad pensé que dormía, cuando no era así. Aflojo el agarre por lo que pude zafarme poco a poco y voltearme para verlo cara a cara — Feliz Navidad, il mio amore .

Buon Natale, amore — susurré acercándome para darle un casto beso y rozando la punta de mi nariz con la suya.

— Vas mejorando con el Italiano, no hay duda de que soy un excelente profesor — vire los ojos, pues era obvio que su ego incremento desde que acepte ser su novia, y que casi siempre le daba la razón en ello. Luego de unos cuantos besos, algunos robados por Edward, salimos de la cama, yo enrollada en las sabanas y él despreocupado como Dios lo trajo al mundo.

— ¿Juliette y Dorian se habrán ido ya? — pregunté desde el baño. Abrí el grifo de la ducha calculando que tan caliente quería el agua para una ducha perfecta que aminorara el dolor en mi cuerpo debido a la noche que pase. Espere uno segundos más la respuesta de Edward, pero al no tenerla voltee encontrándome con su mirada penetrante. Ahora ya no estaba desnudo, sino con un bóxer negro, el que escogí para él, porque según él no sabía cuál elegir en la tienda. Puede sonar extraño para otras personas, si embargo a mí me causa risa de solo recordarlo.

— Tengo una hermosa vista — tras un guiño le lancé la sabana que yacía en el suelo, y bien él ya conocía cada rincón de mi cuerpo, aún podía sentir pena o sonrojarme con sus comentarios — Se supone que debes acercarte a mí y darme un beso, pero en cambio me lanzas una sabana que rozo tu hermosa y suave piel.

— Dramático, es solo tela y no puede causarte ni un solo rasguño — corrí la cortina y entre a la ducha, cambie la llave para que el agua saliera por la cabeza de la ducha. Corrí la cortina de nuevo evitando así que el agua mojara el suelo.

— No soy dramático, solo quiero un beso tuyo o muchos en realidad.

Solté una carcajada y dejé que siguiera hablando al sentir que el agua descendía por mi cuerpo.

— Dorian, Juliette, Ciro y Valente fueron a pasar Navidad con sus familias, Wyatt por otra parte prefiere estar aquí, así que...

— Lo sé, Chiara me comento que lo invito a que pase Navidad en casa de mis padres.

— Esos dos terminarán juntos, después de todo están unidos como tú y yo. Solo espero que no corrompa a mi mejor amigo — murmuró lo último. Sabía que Chiara y Edward se llevaban bien, algunas veces discutían porque no llegaban a un acuerdo, pero luego resolvían el conflicto. Sin embargo sé que se preocupa por Wyatt porque es como un hermano para él, y ambos tuvieron una infancia difícil.

— Pienso lo mismo, ya era hora de que dejara de estar pendiente de estar al pendiente de una relación ajena y que se preocupara de una propia, y aunque suene... grosero, sabes que quiero a Wyatt, y me preocupo por él.

— Jamás pensaría que tratas de ofender o ser grosera, entiendo que Wyatt es importante para ti. Chiara, aunque sea un poco más extrovertida, es una buena chica, aunque no tanto como tú.

Unos minutos más y Edward dejó que me duchara tranquila.

Aquella Primera Navidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora