— No, no es justo, siempre cuentas la historia tú. — reclamo mi hermano al apuntarme amigablemente con el tenedor. Estaba molesto solo porque quería contar la vez que mis padres se enteraron de mi relación con Edward.
— Adelante, relata lo que paso esa tarde. — tome un sorbo de mi copa y mire a Edward, quien tomaba mi mano libre por encima de la mesa. Los demás, Cassie, Marcus, Wyatt, Chiara, Demian, Asher y mis padres, nos veían como si fuéramos lo más adorable del planeta.
— Entonces, esa tarde ambos llegaron de sorpresa y lucían muy nerviosos, pero más Edward. — señalo sutilmente a mi novio — Mis padres no entendían nada, pero con solo ver que los tortolos estaban tomados de la mano entendieron que sucedía, más pedían una explicación de como se dieron las cosas.
Por supuesto que no les dijimos lo que en realidad paso.
— ¿Qué fue lo que dijeron? — pregunto Marcus.
— La respuesta fue sencilla. Luego de que el príncipe rescatara a la princesa decidieron comenzar a conocerse mejor y paso el tiempo henos aquí...
Rodé los ojos con la narración de novela de mi querido hermano, aunque debo admitir que divirtió al público, más a Asher y Chiara porque ellos fueron los cómplices en la mentira.
— Bien hecho Dane, serás un estupendo narrador si se te ocurre ir a la biblioteca central a leerles a los niños — dijo Marcus.
Algunos rieron y otros solo sonrieron. Mis padres se estaban por levantar para llevar las cosas a la cocina, pero Edward los interrumpió, siendo él quien llevase los platos y cubiertos. Ellos lo adoraban, lo tenían en un pedestal porque era el hombre perfecto.
— Cariño, ayuda a Edward con el postre, está en la nevera. — sonreí en cuanto mi padre termino de hablar, pues sabia que el postre era frío, dulce y la mejor forma de terminar una estupenda, y riquísima cena. Helado de vainilla y chocolate.
— Eh, ¿necesitas ayuda? — pregunta al verlo mirando una fotografía mía pegada a la puerta de la nevera. Él solo sonrió y con un ademán de la cabeza me indico que me acercara.
Permanecimos callados, pero no había indicio alguno que se repitiera lo de en la habitación, así que todo está bien.
— Tenía diez, acababa de cumplirlos y mi madre se encargó de que fuera una princesa. — note como veía con detenimiento el vestido amarillo que llevaba puesto y el peinado que llevaba, simple y elegante a la vez — Aunque no lo creas tardamos mucho...
— Es entendible, la perfección tarda en lograrse — susurro y me miro — Te pareces mucho a Bella, de: la Bella y la Bestia.
— Bella era más hermosa, quizás hasta a tan corta edad.
— Tú eres hermosa y no digas lo contrario, nunca. — me quede callada tal vez por un par de segundos, analizando y pensando en alguna respuesta — Ser hermosa no solo es referirse al cuerpo, porque la belleza externa se agota, con cada minuto y hora del día, de cada semana. Solo la belleza que es interna es duradera.
— Eres muy sabio, Pierce. — murmure y sin previo aviso le robe un beso — Gracias, nunca olvidaré tus palabras.
Sonreí y saque los dos envases de helados. Edward se encargaba de sacar los pequeños platos hondos para servir, también las cucharas. Estas ocasiones son las que me hacen sentir ese inexplicable cosquilleo en mi estómago, no son las mariposas porque es algo que solo dicen a las niñas ajenas a la idea de enamorarse para que sepan identificar cuando están adentrándose en ese mundo. Lo mío es algo más.
Estando los helados servidos los llevamos a la mesa. Mire a mis amigos, se le veía felices. Chiara y Wyatt no hacía falta palabras para describir lo bien que estaban, eran dos mitades juntas. Mis padres no dejaban mirarnos, sabía lo que pensaban en este momento y es fácil al ver sus sonrisas. Platicamos sobre lo bello de la celebración navideña y lo mucho que une a las familias, aunque no se salvaban Chiara y Wyatt al verse muy juntos, y tiernos. Era muy gracioso ver como mi mejor amiga se sonrojaba, ya que casi nunca se le ve así.
— Richard, Charlotte me tomé el atrevimiento de hacerles un regalo, aunque dejaron muy en claro de que no era necesario... — Edward se ganó la confianza de ellos, por lo que podía llamarlos por sus nombres sin problema.
— Lo dijimos porque para nosotros es regalo suficiente ver que nuestra princesa es feliz — interrumpió mi padre con su clásica sonrisa.
— Y siempre será feliz porque fue lo que le prometí, sin embargo lo detalles nunca están de más... — tomo mi mano y nos levantamos, al igual que todos. Caminamos hasta el árbol de Navidad — Savannah me comentó que deseaban pasar año nuevo en un ambiente distinto y... romántico.
— Si, así es — comentó mi madre. Mire a Dane y a mis amigos quienes sonreían porque ellos también lo sabían, después de todo eran como de la familia — ¿Qué quieres decir...?
Bastó con solo esperar a que Edward tomara el sobre y se lo extendiera a mi padre.
— ¿Es lo que creo que es?
— Sí mamá, tu querido yerno cumplirá con un deseo que tenían desde hace un tiempo. — contestó Dane.
Al abrirse el sobre descubrieron dos boletos de avión con destino a París - Francia. Todos aplaudieron y sin palabras para poder agradecer abrazaron a Edward. Siempre que veían alguna película romántica no había alguna en la que no dijeran que viajarían ahí. Fue un detalle increíble.
— También hay algo más por si quieren disfrutar más de la ciudad del amor. — si bien la situación económica de mi familia era buena, gastar en boletos y hospedaje en uno de los países de en sueño, cuesta. Por eso Edward cubrió todo para que no hubiera ningún problema — Espero que mi casa de verano sea de su agrado y pueden quedarse el tiempo que decidan, además tendrán personas a su disposición. Sin contar que el dinero será parte de viaje.
— No, no podemos aceptarlo, es mucho.
— Papá, no rechaces el regalo, Edward lo hace de buen corazón y además, se lo merecen. No siempre se tiene esta oportunidad.
— Es cierto, París es una ciudad que toda pareja feliz y enamorada podría pedir viajar. — añadió Cassie.
— Y piensen en lo relajante que seria descansar de Ohio - Cincinnati. — comentó Marcus.
— Estados Unidos estará bien por un par de días, dense la libertad de viajar sin preocupaciones. — dijo Wyatt al momento de abrazar por la cintura a Chiara.
Creo que después de todo lo dicho será posible escuchar una respuesta positiva.
— ¿Entonces...?
— Bueno, tienen razón, seria dejar pasar una buena oportunidad de cambiar de aires por al menos un par de días y es lo que hemos deseado, y...
Charlotte, por favor no pongas más suspenso.
— Aceptamos. — dijeron ambos y celebramos todos.
Edward me tenía abrazada por la espalda poniendo su mentón sobre mi hombro, viendo como todos se abrazaban y felicitaban a mis padres por su futuro viaje que sería el treinta por la mañana.
— Y para usted, Miss Foster, también hay. — susurro en mi oído provocando que mi piel se erice.
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Aquella Primera Navidad
Manusia SerigalaSavannah Foster, la chica de un hombre lobo y Luna de la manada Pierce, ha pasado un tiempo con Edward y se le suma la época navideña. Su primera Navidad al lado de su Alfa.