Puedo recordar que una vez sobre la calle había un cadáver, frio estaba y múltiples miradas lo rodeaban, pronto una manta blanca lo cubrió, pero la sangre seguía extendiéndose en el suelo de asfalto y eso era suficiente para que las miradas siguieran ahí, inhumanas, como animales salvajes buscando carroña.
Solo decidía dar un paseo, y el cadáver apareció de la nada, como un monstruo entre pesadillas está en el armario al despertar. Noté que tenía una sonrisa, un gesto perspicaz y de audacia, como buhardillas del alma que resaltaban el propósito del pequeño accidente, del hundimiento de una isla más, en el frigorífico seguiría ahí, una muerte feliz, una muerte entre muertes, nada especial, un error eliminado.
Su zapato a dos metros, en la esquina de una tienda de comestibles, su brazo terriblemente roto, formando el Angulo antinatural típico. El parachoques del automóvil lleno de rojo, resaltaba el metálico de sus faros.
No te entiendo, hablaba su cuerpo.
Pero dime qué es lo que no entiendes, cadáver. ¿El dolor?, ¿el mundo?, ¿el olvido?
Porque tu nombre no ha sido encontrado, y el noticiero no te ha mencionado. Los chiquillos aún corren con miedo en el cruce donde estuviste, el pitido de los automóviles aún resuena en las paredes, y el grito desenfrenado de esa señora sigue robando los alientos.
Qué no entiendes, cadáver.
Llámame, sabes quién soy y donde vivo, era ese que estaba a tu lado, esperando el verde, mientras tú seguías caminado en las lineas amarillas, sabiendo que Minos ya te juzgaba.
Que no entiendes, cadáver.
Yo no te entiendo a ti. Creo que veo tu mirada entre las cortinas, entre los rayos y la niebla de las sublimes pesadillas.
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Pensamientos
RandomEn las nubes suele flotar una anatomía de gas que se pierde entre montañas que se mueve entre suspiros.