El bar

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Aunque los días eran cada vez más complicados y tediosos para Elan, el pensar en Mia ya se había hecho una costumbre, casi un ritual al levantarse por la mañana y ver todo a su alrededor..

-No hay color y las sombras no desaparecen, es tormentoso, pero dulce, pues sigue en mí. Estúpidamente después de años le sigo guardando el mismo lugar . - pensaba para si Elan mientras movía la cabeza de un lado a otro sabiendo que las cosas no estaban bien.

-El brillo está ahí, pero solo lastima mis ojos, es más sencillo cerrarlos o usar gafas de sol. - se decía para sí cada día buscando animarse y sujetar su triste realidad.

Después de desayunar mientras se sentaba frente al ventanal de su departamento, las cosas parecían mejorar, más aún si el clima estaba fresco en el caluroso caribe mexicano.

Parece que hoy la agenda está más atareada. - decía burlándose para sí pues la desocupación la rodeaba.

Debido a sus profesiones, el tiempo era en su mayoría de trabajo manejable, pues cuando no estaba en alguna sesión fotográfica o viajando por algún proyecto, dedicaba su tiempo para leer y conocer lugares nuevos.

Ante esto el castigo de la soledad era el más grande, pues cada día por su mente pasaba la idea de simplemente tomar su auto y encerrarse en algún bar hasta que la acompañara la noche, en su libreta de anotaciones contaba con un listado de cada uno de sus rincones favoritos.

Esto, a no ser que decidiera viajar para olvidar, pero solo recordaba que debía olvidarse de todo


Una tarde noche húmeda de mayo decidió ir al bar de costumbre, esa noche estuvo más entretenida que de costumbre.

Una tarde noche húmeda de mayo decidió ir al bar de costumbre, esa noche estuvo más entretenida que de costumbre

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Eran las ocho de la noche cuando se estacionó fuera del céntrico bar; el ambiente tenía la oscuridad necesaria para poder estar a solas o en compañía de algún amigo que no preguntara detalles sentimentales en torno a su vida.

Elan quedó de verse con uno de sus viejos conocidos, para simplemente platicar las buenas nuevas. Al llegar se dirigió a la mesera que ya era conocida suya.


Lo de siempre

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Lo de siempre. - dijo Elan a la mesera quien respondió, sí, con la cabeza; las continuas visitas le dejaban saber que la cerveza oscura y un mezcal, era la apertura de la joven noche.

La mesa frente Elan, llena de risas y miradas llamó su atención en medio de la espera de Tonny, quien prometió estar en 15 minutos en el lugar

Tonny era un citadino, originario de la Ciudad de México; fotógrafo de profesión, tenían en común con Elan la idea de mediocridad de los medios impresos en la región, así como la radio y televisión.

La realidad es que, en aquel lugar, el desahogo venido de una buena cerveza era lo más cercano al cielo, y lo más deseado por Elan en ese momento.

Mientras esperaba que la mesera sirviera su primera ronda, vio cómo de manera sorpresiva  las miradas y las risas de la mesa frente a ella subían de tono. Hasta que una de las chicas de la mesa, con mirada coqueta y tocando su cabello se dirigió a Elan.

Porque no te quitas las gafas y me dejas ver esa linda mirada que de seguro has de tener tras esa piel apiñonada. - dijo la chica sonriendo a lo que Elan trató de disimular que se dirigía a ella; aunque de poco le sirvió.

Hermosa te hablo a ti, a nadie más . - insistió la chica que claramente estaba pasada de copas.

Elan cortésmente sonrió entendiendo que no se la quitaría de encima pues estaba en un plan de impresionar a las otras chicas de la mesa. Por lo que decidió contestar el saludo.

Gracias, pero traigo un terrible dolor de cabeza . - dijo Elan.

Sin embargo, la insistencia no se detuvo ahí.

Para buena suerte de Elan, una de las chicas de la mesa no le parecía del todo mal, por lo que decidió romper el hielo mudándose a la mesa de ellas.

Dirigiéndose a la mesera, le pidió que su orden la llevará a esa mesa; la chica de piel morena que la atendía esa noche era inconfundible, su tatuaje al final de su espalda atraía más de una mirada.

La sonrisa con la que se acercaba la mesera para entregar su orden, le hacía pensar a Elan, que la morena sabía que había caído en la seductora trampa.


Pese a que la plática durante los primeros 15 minutos fue en torno a porque no se quitaba sus lentes, para ver la belleza de sus ojos. La llegada de Tony cambió las cosas, y la presión sobre los hombros de Elan desapareció, Tony ganó rápidamente la atención de las chicas

Sin embargo, la atención de Elan en ningún momento se separó de esa chica, con estatura apenas debajo de lo 1.70 centímetros, complexión delgada, piel morena clara y sonrisa amplia, aunque lo que más le gustó, fue su mirada limpia y soñadora. Su nombre era Paty.

Conforme iba avanzando la plática tanto para Elan como para Tony, era más que obvio que el alcohol que estaban bebiendo sus acompañantes les había quitado las inhibiciones por lo que sus instintos eran los que las guiaban, no su coherencia. Todo esto permitió a Elan tener a Paty lo suficientemente cerca como para besarla, sin embargo, no lo hizo.

Aunque sus miradas, manos y piernas rozaron más de una vez, Elan entendía que el momento no llegaría a ser más de esa noche, puesto que la realidad fuera de ese bar las convertía en unas completas desconocidas. Cada una con su vida y sus miedos, cada una parte de la otra.

No quiso una aventura, tal vez fue cobardía o conciencia lo que no contribuyó que Elan continuara esa noche.                                                                      

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