CAPÍTULO IV

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Cuando abrió los ojos, sólo pudo ver negro

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Cuando abrió los ojos, sólo pudo ver negro. Le tomó unos segundos darse cuenta de que llevaba algo que le tapaba la vista, así como una tela entre sus labios, permaneciendo amordazado. Comenzó a acelerarse, y asustarse, no pudo mover ni las manos ni las piernas, también estaba muy bien atado.

Jadeó, intentando moverse, sentía el suelo frío debajo de él e intentó gritar. Su voz no salió correctamente al principio, pero después sus gritos histéricos salieron, siendo éstos ensordecidos por la tela de por medio que llevaba en la boca. Se sacudió, e intentó no llorar, porque ya estaba entrando en pánico, más aún cuando escuchó una puerta abrirse pesadamente, rechinando.

Se quedó quieto, respirando pesado, su pecho subía y bajaba con violencia, una lágrima traicionera rodó de sus ojos, humedeciendo la tela que los cubría.

Voces masculinas rodearon el lugar.

  —Entonces era cierto… realmente lo trajiste. —se encogió todo lo que pudo desde su lugar, sabiendo que hablaban de él—, ¿dónde lo encontraste?

  —Eso no es de tu incumbencia. —Otra voz más aguda respondió, Jimin no podía controlar las lágrimas de miedo que salían por sus ojos ahora. Pensó en su hermano, deseando con su alma que se diera cuenta que no estaba y fuera a buscarlo.

  —¿Por qué no lo mataste? ¿El jefe sabe que lo tienes aquí? —el corazón de Jimin quiso salir de su pecho.

  —Por supuesto que no idiota, éste no es para el jefe, éste lo traje para mí. —Jimin se removió entonces, intentando gritar otra vez—, mierda, está despierto.

El omega entonces sintió el tirón de la tela que cubría sus ojos y una luz blanca dio de lleno en ellos, obligándolo a cerrarlos con fuerza un momento, pues lo había deslumbrado.

  —Míralo, esa cara nos dará mucho dinero. —exclamó el hombre, tomando las mejillas rechonchas entre sus callosas manos para apretarlas y forzarlo a mirarlo.

El omega intentó abrir los ojos nuevamente, parpadeando despacio, las lágrimas escapando sin cesar. Fue entonces que hizo contacto visual con un hombre de nariz grande y barba larga, le faltaba un diente y su expresión le repugnó de mil maneras. Estaba temblando, de verdad estaba asustado.

Ya se había dado cuenta que eran betas, y probablemente estaba en su territorio, pero no sabía en dónde estaba metido, el lugar estaba prácticamente vacío, a excepción de una mesa de madera en medio del lugar con la luz blanca colgando sobre sus cabezas.

Parecía casi una sala de tortura donde podrían abandonarlo ahí para que muriera de hambre. Pero eso sería tener mucha suerte.

EL LOBO DE CRAVYTIAN. (KookTae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora