CAPÍTULO VIII

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Sus ojos se abren, y lo primero que abarcan sus sentidos es un calor apabullante y un tentador aroma que le sabe a comodidad y paz, por alguna razón

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Sus ojos se abren, y lo primero que abarcan sus sentidos es un calor apabullante y un tentador aroma que le sabe a comodidad y paz, por alguna razón. Su pecho vibra y sus músculos relajan, sus ojos pesan por el sueño pero el resto de su cuerpo flota. Luego suspira y siente la suavidad de algo todavía más cálido contra su costado; entonces se obliga a despejar el halo de sueño y gira la cabeza.

La amplitud de una espalda que le parecía ser pálida antes ahora relucía como caramelo con el reflejo del sol a través de las delgadas cortinas. Ésta se mueve al compás de su respiración, por lo que sus ojos no pueden evitar bajar por la curva de una estrecha cintura hasta el camino de una cadera y piernas desnudas, apenas cubiertas por la sábana. El peso del mundo cayó sobre él entonces; tragó saliva, una corriente eléctrica surcó su espina y extremidades. Pudo recordarlo todo instantes después.

Antes de que pudiera siquiera parpadear, el cuerpo a su lado cambió de posición, y ya no pudo escapar a ningún lado. El príncipe se aferró a su torso cual koala y una de sus piernas descansó entre las suyas. El calor volvió a su cuerpo. El aroma seguía pululando en el aire, como molestos mosquitos que zumban a tu oído; en cambio, éste no sólo zumbaba en sus oídos, sino en su nariz… y en su entrepierna.

Maldijo por lo bajo y cerró los ojos con fuerza; el muslo de TaeHyung le rozaba donde más ardía, y automáticamente la mano que no estaba rodeando al contrario encontró camino en el muslo que molestaba su razón. Acarició, primero con las yemas de sus dedos y luego la palma completa, la cual se perdió en la curva de su trasero y de regreso. El omega suspiró en sueños, y pronto fue despertando. El aroma que se intensificó de a poco hizo sentir al cazador que el aire no le alcanzaba.

Cuando TaeHyung abrió los ojos, notó que el ámbar de sus iris era más intenso que nunca, de la misma manera que eran anoche: llenos de anhelo, deseo y pura lujuria. Esperaba lo peor, sin embargo, no aprendía que con el omega todo siempre sería impredecible, es por eso que todavía se sorprendió al sentir que su muslo se movió hacia arriba, entrando en contacto con su hombría despierta. Ambos jadearon al unísono.

Todo fluyó desde ahí: TaeHyung atacó sus labios como si su vida dependiese de ello, fundiéndose en un beso todavía más necesitado, pero lento. JungKook tomó al omega entre sus manos como si no pesara nada, colocándolo encima de él, alineando su erección a la todavía abusada entrada del rubio. El príncipe gimió, sosteniéndose de su pecho para comenzar a moverse.

No necesitaron decir nada, ambos parecían estar en trance, olvidando incluso sus propios nombres. Tocaron la puerta, al menos JungKook estaba seguro de que la habían tocado, pues todo era ya bastante borroso, disperso… lo único que podía oír claramente eran los gemidos y lloriqueos del omega encima de él, el choque húmedo de sus pieles y su propios jadeos y gruñidos.

EL LOBO DE CRAVYTIAN. (KookTae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora