Capitulo I - El decreto

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Jure serte fiel hasta la muerte...ahora me arrepiento de aquellas palabras, pero no hay marcha atrás...estoy acabado

Horacio uno de los más fieles escuderos y Victor Volkov el rey de aquel pueblo escondían un gran secreto, pues cuando caía la noche y el cielo se tornaba oscuro al acercarte a los aposentos del rey podías escuchar unos sonidos extraños

Si, así es, el escudero y el rey eran amantes, pero no por amor, ni cariño, solo por deseo y pasión o de esa forma lo veía el Rey.

~^^ Pero como llegamos hasta esa situación devastadora?...Como comenzó todo??, Muy buena pregunta... ^^~

Pues...Unos meses antes todo iba como de costumbre ya hacia tiempo que Volkov notaba las miradas brindadas por el escudero, algo que dejaba pasar por alto

Más un día este llamo a Horacio a sus aposentos, al llegar se le notaba nervioso el Rey solo sonrió y se acerco a el lentamente, lo tomo de la mandíbula y levanto su rostro para mirarse fijamente a los ojos quedando a poca distancia de que sus labios chocarán

– Yo sé tú secreto...veo como me deboras con la mirada cada día– Horacio ante su confesión se puso rojo como tomate e intento desviar la mirada, algo fallido ya que Volkov impuso más fuerza en su mano, obligando a qué lo mirase

–N-no es así majestad yo... – aquel escudero estaba desesperado, pues pensaba que tras haber tenido algunos deseos impuros sobre el Rey se le castigaría con la muerte

–Vamos pequeño Horacio, te conozco desde que éramos niños y se cuando mientes, me deseas, "esos ojos bicolores piden a gritos que te folle"– Esto último lo dijo susurrando a la oreja del menor, el cual se estremeció al sentir su aliento y su voz tan cerca de su cuerpo

Horacio intento tranquilizarse – Eso majestad, puedo explicarlo pero por favor no quiero morir aun– soltó con un tono de preocupación, las lágrimas comenzaban a amenazar en salir, después de todo el aún era un escudero bastante joven, no había podido cumplir su cometido

Y el esperaba poder morir en el campo de batalla cumpliendo su labor, protegiendo a su reino, siendo un "Héroe", no por un simple sentimiento, cada momento que pasaba en silencio se maldecía por no poder ocultar tal amor que le tenía a su señor

Rápidamente su semblante paso de nervioso a asombrado y confundido, no entendía el que pasaba, pero le gustaba y no iba a desaprovechar aquel toque de los labios, pues aquel Rey el cual ha admirado y amado por tanto tiempo estaba besando sus labios

Era una danza magnífica, tan sincronizada tanto que se miraba la necesidad que tenían el uno por el otro, finalmente se separaron, Horacio estaba más que rojo, pareciera que se desmayaría en cualquier momento, en cambio Victor solo sonreía mientras le miraba

–Horacio júrame una sola cosa mas– Dijo seriamente mirándole a los ojos Cl-claro mi señor, lo que usted ordene– contesto levantando la mirada para mirarlo a los ojos, rápidamente se arrodilló para escuchar el mandato de su rey

– Mi fiel escudero Horacio Pérez, en estás cuatro paredes, en esta templada noche, y ante la luz de las velas, juras solemnemente ser mi mano derecha y consejero real– Horacio levanto la mirada algo confundido por aquel decreto, pero no podría decir que aquellas palabras no le habían echo muy feliz, sin protestar ni demorar un segundo más con una voz alto y firme contesto – Lo juro–, Volkov le miro y asintió para continuar

– Bien, Horacio Pérez juras serme fiel y devoto a mi el Rey Victor Volkov, amarme, procurarme y complacerme todos los días hasta la hora de tu muerte– La habitación se quedó en completo silencio unos segundos Horacio no podía creer lo que había escuchado

Ante su emoción no le pensó tres veces y con un tono más alegre y emocionado contesto – Lo juro majestad– Volkov suspiró aliviado por su respuesta, sonrió lo tomo del brazo para que se levantara, tomo su mentón para quedar frente a frente y con una gran sonrisa finalmente decreto –Hora de sellar el trato– y nuevamente juntó sus labios con el del contrario comenzando con una cariñosa pero a la vez apasionada danza, Volkov se alejo de el para acercarse a su oído y susurrar

–Ahora tu cuerpo y alma me pertenecen, el pacto está sellado, tu eres mío y solo mío, hasta que la muerte nos separe– al finalizar lamió lentamente el borde de la oreja del menor, provocando un pequeño brinquito por parte de este quien simplemente sonrió – Juro majestad que siempre seré solo suyo hasta el día de mi muerte tanto en cuerpo como en alma– Y nuevamente juntaron sus labios pero esta vez fue más corto aquel beso pues ya era tarde y  Horacio tenía que empezar su guardia, así que se despidió haciendo una reverencia para finalmente salir de aquella habitación donde si estaba ahí un poco más se derretiría, tomo aire e intento calmarse, no lo podía creer, finalmente el Rey y el...golpeó su rostro y se puso serio para comenzar a patrullar como de costumbre

En cambio el rey, que aún se encontraba en su alcoba, se sentó en su cama con una sonrisa boba mientras acariciaba sus labios lentamente recordando cada beso y reacción del escudero, no quería aceptarlo pero aquel chico si que le volvía loco

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Aún recuerdo aquel momento, como si hubiera sido ayer, si tan solo no me hubiera dejado embelesar por tan hermoso rostro y tus dulces y suaves labios, no estaríamos en esta situación ahora mismo...si no me hubiera dejado llevar por el deseo...tal vez y solo tal ves podríamos haber sido felices y continuar con nuestras vidas, pero por más que sufra por más que me lastimes y duela, el amor sigue venciendo y ahora estoy completamente cegado por ti, tu cuerpo, tus caricias, tus besos...Yo ya no soporto el amarte, lo odio, te odio...me odio

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