Génesis

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Aquella mañana Gala se despertó con un apretón en el corazón, aún persistían esas voces internas. O como también se les llaman "corazonadas" pero Gala era una mujer muy escéptica.

Eran las 8:40 cuando decidió salir al gallinero a por unos huevos, para el desayuno, pero lo que se encontro, la hizo abandonar es escepticismo y querer recuperar el hábito del rezo.

Al ingresar al gallinero, se encontró nada más y nada menos que todas sus gallinas muertas, ni una viva.
Entonces se percató de que tampoco escucho a su querido gallo mañanero. También muerto.
Fue tanto el impacto que pensó que esto podría llegar a ser algo sobrenatural.
Y como si de una bombilla hizo chisma en su cerebro, se acordó de la leyenda local.
Sumándole la vivencia de la madrugada, un miedo inexplicable se apoderó de ella y se refugió en la casa.

Pasaron por lo menos 4 horas, eran las 12:59 cuando Anya desperto, estaba tan agusto de que sea sábado. Tenia pensado quedar con Olga.
Se levantó y salió de la habitación, y observó a su madre inquieta. Aún Maryna dormía, y era raro, ya que su madre por lo general no dejaba que sus hijas durmieran hasta el medio día.

-Mamá? Está todo bien?

-Ni lo sé hija, ha ocurrido algo.

-¿El qué? - En este punto no la quedaba no una gota de sueño.

-Esta mañana fuí al gallinero pero, las gallinas se murieron.

-Que las gallinas se murieron?

-Sí, no sé si se coló un zorro, o se envenaro con algo, no me lo explico, iré donde la vecina Maruska, ahora vengo, si tu hermana se despierta le das algo de comer.

-Vaaaale.- Al decir esto se escuchó la puerta cerrarse. Gallinas Muertas? No se explicaba que pudo pasar, pero sí sabía que hoy Maryna iba a deprimirse, les tenía cariño.
Que a todo esto, se acordó de lo sucedido anoche, y necesitaba hablarlo con alguen así que cogió el teléfono fijo y llamo a su amiga Olga.

No contestaba nadie, vaya.

Mientras tanto, Gala se aproximó a la casa de enfrente, tocó la puerta repetidas veces y una mujer de mediana edad, con un pañuelo de rosas en la cabeza, la recibió con cariño.

-Hija mía, pasa, pasa. Quieres algo?

-Nada, gracias Maruska, oye venía por...- En ese instante fue interrumpida de golpe

-Por lo de las gallinas, sí algunas mías aún viven, pero están raras. Algo extraño ocurre.

-Sí, estoy inquieta desde anoche.

-Si te soy sincera, después de lo que ví anoche, a mis 78 años de edad, puedo asegurarte que me estremecí de miedo, y no me estremecía así desde la invasión nazi al pueblo.

-No lo sé Maruska, llevan todo el día los elicopteros en el cielo. Llamé a los bomberos para ver si sacaba algo de información pero nadie contesta.

-Si nadie contestaba, era porque no había nadie, todos deben estar ahi, en al central. Ya debe ser gordo el incendio.

-Pues sí, tendrá relación con los gallos?

-El ruido de la explosión quizás fue tan grande que se asustaron y murieron.

-Tiene sentido, bueno me tengo que ir, tengo a las niñas hambrientas.

-De acuerdo, a ver cuando me las cruzo! estan enormes y bellas! un saludo

-Descuisa, chao!

La tarde transcurrió con Normalidad, Maryna estaba en el patio leyendo cómodamente en en banco, aunque no disfrutaba el momenti porque la entristecía acordarse de sus gallinas. Para ella eran más que aves, eran sus mascotas.
Un detalle la sacó de sus pensamientos, sentía como si callera agua del cielo, pero no conseguía encontrar una gota de agua real, era polvo.

Decidió entrar a casa, había vuelto ese sabor a metal en su boca.
En eso apareció Anya, con un vestido primaveral, el pelo recogido. Sabía donde iba.

-Te vas a verle eh?

-Ver a quien? -dijo con un tono irritado.

-A Georgi, el guaperas ese!

-Que? no! que bah. Voy a casa de Olga, no me contesta el teléfono y ya es extraño.

-Puedo ir?

-No, te aburrirás.

-Más me aburro aquí!

Ambas acabaron subidas en la furgoneta en dirección a Pripyat, Maryna se quedó mirando el paisaje verde, lleno de robles. Pero el fuerte sonido de la sirena de una ambulancia la sacó de sus pensamientos.

Al llegar y salir del vehículo, caminaron por la gran avenida, llena de personas paseando, madres con sus hijos, niños jugando en el parque, militares.

¿Militares?

Sí, militares con mascarillas. Eso desconcertó a ambas. Pero siguieron su rumbo.

Se encontraban frente a la entrada del edificio de Olga, tocaban a su telefonillo y nadie contestaba.

-Anya no hay nadie, vamos a por un helado.

-Que extraño, venga va.

Se comieron un helado de camino al vehículo hacía Tovstiy Lis, y abundaban las ambulancias, se acordó nuevamente del accidente, que parecía ser más serio de lo que intentaban hacer creer.

Cuando regresaron a casa, Gala se acercó con cara de preocupación a Anya.

-Hija, ha llamado Olga

-Enserio? Que ha dicho?

-Su madre y ella están en Kiev, y posiblemente mañana partirán a Crimea.

-Pero porqué? No entiendo.

-Al parecer su padre, que es trabajador ahí, se las está intentando llevar lejos.

Anya sintió una tristeza, su mejor amiga estaba atravesando todo el país huyendo de algo. Sentia que algo se le escapaba, literalmente, porque una náuseas se precipitaban, empezaba a ver puntitos amarillos y un peso inmeso se acomodó en su cabeza. De un tambaleo se sentó y apoyó la cabeza en sus rodillas para bloquear las ganas de vomitar que tenía

-Hija? Que te ocurre?

Aguas de ChernobylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora