El comienzo

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La Tierra Unseen, así conocida por quienes la habitan, es muy parecida a la nuestra en  vegetación y animales. No es coincidencia que se desarrollen en la misma realidad, para nada.
Los que la habitan, para compensar los bienes que les da, están acostumbrados a proteger la naturaleza. A pesar de las guerras y movimientos civiles, se sienten comprometidos a restaurar lo afectado, y esto lo logran gracias a sus grandes conocimientos en biología, específicamente en botánica y genética. Suelen ser disciplinados y tradicionales en su expresión y enseñanza, teniendo festividades tan variadas como las especies que existen. Todas estas ligadas a los orígenes y fenómenos de su alrededor, pero a comparación de nuestros antepasados, lograron una conexión profunda con estas hasta un nivel místico de manera extendida. Los privilegiados normalmente tienen conocimientos sobre el mundo humano, además de artilugios que les ayudan a transportarse a el para determinadas misiones. Y si, el poder en jerarquía se establece dependiendo de lo que se sabe en ciertas areas, no tanto por los recursos. Cada tribu tiene su organización y un líder máximo.

Las arnabas es una especie particularmente curiosa. Esta llena de un deseo insaciable de exploración, pero, debido a necesidades poblacionales, se dedica al comercio. Esta repartida en tres tribus principales: dalt, baix y centre. Eulette y su familia pertenece a la primera, ubicada arriba de las montañas del Norte donde el clima es templado, bueno para sus labores, sin embargo, están alejados de las tribus más cercanas...

15 del mes tercero. Hace 10 años
Los padres de Eulette se encontraban discutiendo sobre lo que encontraron esa mañana, en uno de los pasillos de la casa pasada la medianoche.

-Querida ¿estas segura de conservarlo? Pienso que...
Brais miraba a Samay preocupado, buscando una respuesta a su pensamiento.
¡Estoy muy preocupado por lo que puede llegar a pasar! Solo es eso.

-No, no habrá problemas siempre que lo devolvamos. Debemos tener mucho cuidado en que no se malentienda nuestra intención.
Volteaba a observar con temor aquel objeto esférico y metálico lleno de grabados delineados que se hallaba en las palmas de sus manos.

-¿Qué sucede, papi y mami?
La pequeña Eulette salía lentamente de su cuarto, algo somnolienta. Seguramente fue despertada por tan enérgica discusión.

-Oh, pues...
En ambos no salía una sola palabra debido a su sorpresa. Antes de cualquier movimiento, Eulette se acercaba amenazadoramente al mismo, viendolo curiosa.

-Uhhh ¿qué es eso?

-Es... Es un invento. Respondía su padre.

-¿Y podemos probarlo?
Decia a punto de tocarlo.

-No ¡No! Hija mia. Es que, es muy poderoso y no es nuestro. Tenemos que devolverlo. Recalcaba Samay.
Su hija los veía confundida, bostezando.

-En fin, creo que alguien necesita volver a dormir ¡Mucha emoción por hoy!
Brais tomaba a su hija cariñosamente, elevando la y jugando con sus movimientos.

-¡Wiiii! ¡Estoy volando! Se divertía entre risas divertidas.
Su padre la llevaba de nuevo a su cama, acomodandola suavemente. La madre los seguía, feliz de que disminuyera la tensión. Tarde o temprano encontrarían una solución. Puso el objeto a su lado.

-¿Y qué mejor momento para una gran historia? Proponía su madre

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-¿Y qué mejor momento para una gran historia? Proponía su madre.

-¡Siiiii! ¡Historia!

Mientras, era abrazada calidamente.
-Tiempo atrás existió una arnaba misteriosa que podía viajar sin utilizar un barco.

-¡Ni sus alas, o ruedas!
Destacaba su padre. Eulette los veía fascinada, escuchando atentamente.

-¡Y llegó a conocer a los grandes de metal! Completaba Samay.

-Al igual que a las criaturas sin nombre. Las que dicen que rondan los bosques cuando dormimos.

-¡Brais! No la asustes.

-Pero es cierto, jeje. Reía nervioso. Su hija seguía esa risa contagiosa.

-Y se dice que la arnaba sigue teniendo maravillosas aventuras, siempre protegiendo a quien lo necesite, pero shuuu, que es un secreto.

-Wow...¡Quiero ser su amiga!

-Estoy seguro que un día podrás explorar el mundo como el.

-¡Sería genial! Me encantaría. Acomodaba su manta, entre cerrando sus ojos al bostezar.

-Buenas noches, linda. Dulces sueños. Su madre besaba su frente.

-Hora de descansar. Brais cerraba la puerta lentamente, ambos con una sonrisa. Su felicidad era lo más deseado de sus padres.

Aprendiendo en el vuelo. La historia de una arnabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora