CAPÍTULO 3

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-¡A desayunar, basta gandulerías! Si no bajáis dentro de cinco minutos daremos la comida a los gatos.
Mi madre adoptivas nos hacen salir de la cama. Pueden llegar a ser muy pesadas, cuando se lo proponen.
-Ai, Carmen. Cada día están más exigentes...¡Y mira que cumples años!-dice mi compañero Pablo sin demasiadas ganas.
Él es como un hermano para mí. Llegamos con poco tiempo de diferencia y siempre nos hemos llevado bien. Como la mayoría de chicos, Pablo es más travieso que yo, pero cuando nos juntamos podemos hacer todo lo que nos proponemos.
-¡Tienes razón, Pablo! Me gustaría poderme levantar un día sin oír esos gritos. Y aún con más motivo siendo mi cumpleaños.
No me siento ni más grande ni mejor. És más, me siento igual de cansada que siempre.
En la mesa me esperan unos bocadillos riquíssimos de jamón y queso. Para celebrar los años habría preferido el chocolate que comía con mi madre, pero ya son aguas pasadas.
-Felicidades pequeña.
-El número de la mala suerte, ¿eh?
Todos mis compañeros van haciendo sus comentarios respectivos.
-María, quiero hablar contigo. -digo acercándome a mi mejor amiga de la casa.
María es como mi hermana mayor. Me ayudó en todo cuando lo necesité y yo hago lo mismo con ella. Tiene tres años más que yo pero parece mucho más grande ya que tiene las ideas muy claras.
-Dime, soy todo oídos.
-Aquí no puedo decirlo. Ya sabes como son las madres. Me harán fuera del comedor por gritar demasiado.
-Bien, entiendo. Pues después del instituto me lo cuentas. Encontraremos una solución.
Y he ido a estudiar lo mismo de siempre con una leve sonrisa en la cara.

Doble sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora