I'm a Riddle; Draco Malfoy |Traducción|

Veintiuno

Este capítulo contiene actos violentos, léase con precaución.

-Hija mía, por fin nos conocemos.-

Horror, muerte, miedo, fue todo lo que mi mente pudo procesar mientras su lengua me atravesaba los oídos; el comportamiento a su alrededor era horrendo, vil, pero aún en una forma inusual, tranquilizadora y familiar, no me esforcé por abrir mis centros completamente. 

Me niego a hacerlo porque significaría que él pudo ver el asombroso bizco de mis ojos, y nunca podría brindarle el placer de temerle, nunca.  Sentí su presencia flotando a mi alrededor, abarrotándome de arriba hacia abajo, examinando cada detalle incrustado en mi piel, cada hebra de cabello castaño avellana descansando sobre mis hombros.  

Luego sostuve su toque, su garra helada cazando sobre mi mejilla, la uña hilada larga se clavó en mi tierna piel.  El toque era mordaz, crudo pero comprensivo, cálido, como si pudiera sentir todas mis emociones a través de él. 

-Mírame. -Ordena su voz;  su tono permaneció atento, agudo pero no ominoso.  -Abre tus ojos.-  

No no, no puedo, no quiero, pero lo hago, tengo que hacerlo, cauteloso de lo que me hacen los placeres si no cumplo, abro mi vista de par en par a su orden mientras mi corazón se detiene, mis venas se convirtieron en hielo, frente a los ojos considerados frente a mí, miró directamente a mi alma, sus ojos saturados de odio, simplemente como si nunca hubiera sentido amor, de alguna manera, era similar a ver un reflejo, sus ojos en los míos.

La habitación a nuestro alrededor se había vuelto aburrida;  su horrible abrazo cubrió las paredes con malicia.

-Por fin. -Grita mientras yo señalo mi mirada para que se detenga en su frente.  

Su abrigo era incoloro, casi polvoriento mientras venas púrpuras acariciaban su exterior. Podía sentir sus pantalones sobre mi piel, apuñalando mi acto puro, un frío abrasador, precisamente similar a su toque.  

-Habla. -Carga, requiriendo escuchar mi voz, aunque ni una sola palabra equipada para volar mis llantas temblorosas. -Dije, habla. -Él ruge, pero no puedo, ni una sola palabra podría escapar de mis labios,  estaba demasiado asustada, horrorizada por su mirada, por su acto, escucho los pasos de Lucius, acercándose.

-June, por favor. -Rogó por mi silencio, preocupado por lo que haría el mando de mi padre si no le sirvo.  

-No. -Resoplé, captando el aleteo que he estado sosteniendo por unos momentos. -No haré nada de lo que me pidas hasta que me lleves con mi madre. -La cara de mi padre se tensó en mis términos, podría prestar atención a lo mucho que detestaba mi desobediencia; retrocedió un paso, su capa se arrastró detrás de él mientras se derramaba, agarrando una silla con firmeza, inhalando bruscamente a través de su mandíbula.

-Harás lo que te pido. -Habla. -Cuando te diga, ¿entiendes?.-

-No, no hasta que me lleves a mi madre. -Declaro, mi voz estalla en el pensamiento de mi madre, y él gira alrededor, sus ópticas escariadas en las mías viendo como su mano agarra su varita acabé con su paciencia.

-Llévala abajo, Lucius. -Dice, dirigiéndose hacia la entrada, mis ojos vagaron hacia el hombre rubio cuando se asombró, la manera confiada que poseía por unos momentos, se desvaneció.

-Mi señor... -Lucius suplica, agarrando su bastón con incertidumbre, pero la mirada asesina que mi padre le está concediendo es suficiente para que Lucius retrocediera asintiendo rígidamente hacia mi violento padre. -Sí, mi señor. -Lucius traga antes de tomarme del brazo y sacarme del comedor;  su agarre alrededor de mi brazo se tensa mientras me acerca más. -Compórtate, June. -Gruñó en mi cabello mientras me arrastraba a través del pasillo, debajo de las escaleras hacia el sótano. -No piensas en lo que él es capaz de hacer. -Me empujó lejos de él en el sótano abandonado, haciéndome tambalear de nuevo en el suelo cubierto de rocas.