Mi baluarte (1/2)

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Hola, mi nombre es Gonzalo Irurueta y esta es mi versión de los hechos

Un día, así como cualquiera, conoces a alguien que te hace sentir que no habías conocido nada.
Y que la primera vez no siempre es la primera.

Lunes 13 de julio de 2020 la resignación mezclada con frustración y un poco de melancolía. Yo con mi gorra blanca y negra, mi bufanda a rayas finas ambas cosas fui a tu casa, con mi una carta, un chocolate y mucho miedo a cuestas, arrastrando mi ser, derrotado como un soldado que sabe que va a morir pero quiere dar batalla igual, para morir con honor.
Y ahí estaba en la puerta de tu casa con mis auriculares esperando la sentencia, ya en la lona pero de golpe el cielo se equivoco, se equivoco a mi favor, uno de sus ángeles de canguro, jean, crocs y lentes me estaba invitando a pasar, el corazón (que pensé había claudicado tiempo atrás victima de las decepciones y el maltrato) empezó a latir con fuerza como si fuera una premonición de algo. Ese ángel me había invitado a sentarme de un modo poco ortodoxo, casi agresivo, ese living-comedor se estaba volviendo el cielo para mi porque estaba en presencia de un milagro. Las palabras salían de mi boca sin yo poder entender siquiera lo que estaba pasando sobre mis ojos, no sabia si mis ojos eran victimas de un encantamiento pero te tenia de frente tan hermosa como siempre, pero de golpe como por arte de magia me abrazaste y fue como si uno a uno los pedacitos de mi alma se fueran reconstruyendo, como si todo lo vivido no haya existido nunca, como si mágicamente me transportara a la adolescencia nuevamente y te viera como si un ciego viera por primera vez, solo te faltaban las alas porque para mi ya eras un ángel. 
De golpe miraste hacia arriba y en un beso entendí que no hay algo que no se pueda reparar, cerré los ojos, te sujete de la cara con mis dos manos y escuche a mi corazón latir muy fuerte como si me estuviera diciendo que en ese beso estaba volviendo a nacer. 
Segundos eternos, de esos que se guardan en el inconsciente y perduran en el tiempo. Me sentía un niño en una tienda de caramelos y a la vez estaba descubriendo todo de nuevo pero se acercaban las dos de la tarde, me tenia que ir, no quería hacerlo pero en esos momentos algo de mi quedo ahí, con vos. Pero me fui con una sorpresa, una alegría y las esperanzas renovadas, las 15 cuadras mas alegres de mi vida, trabajar así tenia otro sabor.
El corazón no es de uno sino del que lo hace sentir y por eso vos sabes que mi amor, mi corazón y mi alma son tuyos si solo quieres compartir tu vida conmigo.


Testimonios desalentadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora