III

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Una vez que llegaron Billy y su familia desempacaron todo, pasaron alrededor de dos días arreglando y acomodando todo hasta que finalmente estuvo en su lugar. Era una casa bastante bonita, un buen vecindario, su habitación tenía una ventana bastante grande, ventana que usaría para escaparse. Había evitado salir de su habitación más que solo a comer, no tenía ganas de hablar con nadie. Seguía molesto por estar en Hawkins, no tenía permitido llamar a nadie, ni conducir el auto, todo era una mierda.

Susan lo había animado a que fuera a conocer el pueblo, Max ya había ido a explotar en su patineta, al parecer ya había echo amigos, perdedores por cierto, pero había hecho algo. Él no había hecho nada más que dormir, comer y escuchar música. Estaba empezando a perder la cabeza, la ansiedad y necesidad de tan ingerir drogas lo estaba matando, no dejaban siquiera que se fumara un cigarrillo o bebiera una cerveza. No le gustaba para nada este nuevo Neil, le gustaba mas aquel Neil que le importaba una mierda lo que hacía y solo de preocupaba con que nada malo le sucediera a Max.

Como sea, Billy decidió que ya no podía pasar más tiempo en esa casa, necesitaba salir, al menos fumarse un porro y beber una cerveza. Se colocó sus jeans apretados, una camisa de botones color negra, dejando solo los últimos botones cerrados, chaqueta de cuero y sus botas. Tomó dinero a escondidas y salió sin que lo vieran.

Su padre ya estaba trabajando, así que la única que estaba en casa era Susan, ni siquiera notaría su presencia, volvería a casa antes que su padre volviera y subiría por la ventana.
Era jodido no tener un auto, pero tenía la ventaja que Hawkins era un pueblo pequeño así que no se tardo tanto hasta llegar al centro del pueblo. sabía a que lugar ir, Billy era bueno observando y ya había pasado por aquí cuando acaban de llegar.

Odiaba ese pueblo, no se comparaba nada en California, Dios lo estaba castigando de una forma increíble poniéndolo en ese hoyo de mierda. Entró al almacén y caminó un poco hasta finalmente tomar una botella de agua y salió afuera para beber de ella. Se encontró con una chica pecosa y de ojos azules, sentada en una postura masculina mientras se fumaba un cigarrillo, esa era su chica.

-Hey, soy Billy -murmuró, captando la atención de la chica.

-Robin -se presentó- El nuevo chico ¿verdad? -preguntó la pecosa con cierta duda en su voz, el rubio asintió mientras la observaba detenidamente para después soltar una leve sonrisa.

-Sí, creo que soy yo - alzó las cejas observando alrededor.

-Lo siento por ser imprudente, pero, ¿es cierto que saliste de rehabilitación? -preguntó de golpe y franca. Le dio una calada al cigarrillo esperando una respuesta.

La chica no lo estaba juzgando con la mirada como lo hacían las otras personas, ella actuaba de una forma tan fresca, despreocupada y a Billy le encantaba llevarse bien con gente así. Era jodidamente molesto estar rodeado de personas que se preocupan siempre por todo y no viven el momento.

A Billy no le molestaba ni le daba pena aceptarlo, se encogió de hombro.

-Así es, hace cinco días -asintió levemente con la cabeza.

-Así que, ¿cómo te sientes? -Billy se dio cuenta que estaba apenada por preguntarle aquello y estaba tratando de mejorar la situación pero siempre mantiendo una buena postura.

Tal vez pensó que por aquella respuesta tan seca de parte Billy, él se había molestado.

-Desde que le entregue mi vida a mi señor y salvador Jesucristo, me ha ido muy bien -murmuró sarcástico, la pecosa se quedó en la nubes, perpleja y dudosa.

-¿Estás hablando en serio? -alzó las cejas sorprendida- Eso es genial -soltó una sonrisa sútil.

-Estoy jodiendo contigo -Billy devolvió con una sonrisa y se acercó lentamente a la pecosa.

-Demonios, estaría bien si fuera cierto, no juzgaré -aseguró mientras mantenía en la comisura de sus labios una sonrisa divertida.

-¿Están vendiendo en el fondo? -preguntó de golpe, tirando la botella ahora vacía, en el cesto de basura a su lado.

A Robin parecía habérsele salido los ojos cuando el rubio preguntó aquello. Se pasmó y lo miró con estupefacción, arqueo una ceja y tiró el cigarrillo al suelo, pisándolo.

-¿Estás hablando en serio? -frunció un poco el ceño, analizando al rubio.

Billy soltó una sonrisa boba, mientras miraba hacia dentro del almacén y se negó levemente con la cabeza.

-¿Crees que porque fui a rehabilitación, estoy limpio? -dijo incrédulo.

-¿No era esa la idea?

Robin se levantó y se paró frente a él.

-Bueno, el fin del mundo puede ser en cualquier momento, ni siquiera me he graduado y en mis planes está vivir mi vida como si no hubiese mañana.

Se encogió de hombros y entró a la parte trasera del almacén, Robin siguiéndole. Entraron a una especie de cuarto oscuro.

-¿Que vendes?

-Solo hierba, ¿cuánto quieres? -preguntó colocándole bolsas de diferente tamaño en un mostrador.

-¿En serio? -preguntó sorprendido-¿No tienes pastillas? ¿Meta? ¿Heroína? -la chica lo miró sin expresión facial, solo esperando a que respondiera su pregunta- ¿Ni siquiera cocaína? -dijo alarmado y a la vez preocupado.

-Es un pueblo tranquilo hombre, nadie busca corromperlo. La gente solo compra hierba para pasar un buen rato, no para arruinarse la vida, ¿lo quieres o no? -se cruzó de brazo.

-Bueno -rodó los ojos- Dame cinco de estas -tomó una de las bolsas medianas.

Robin sacó otras cuatro más y se las dio, Billy pagó y salió del lugar.
Igual que la primera vez, la pecosa lo siguió.

-Mañana hay una fiesta, deberías venir -murmuró, Robin, el rubio ladeó la cabeza dudando -Eso te mantendrá ocupado, puedes conocer nuevas personas.

-¿De quién es la fiesta?

-Tommy, es un gillipollas pero hace buenas fiestas, todos vamos. Tal vez podría presentarte a
algunas chicas -alzó las cejas de forma divertida.

-Sí, claro, ¿por qué no? no hay nada más que hacer en este pueblo -dijo con desagrado mientras miraba alrededor.

Robin soltó una risa.

-Nos vemos luego -murmuró y entró de nuevo al almacén.

Let my baby stay (Harringrove)Where stories live. Discover now