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No había vuelta atrás, nunca se iba a poder recuperar de esto. No podía huir de aquí, su padre no lo dejaría y él no se creía capaz de volver a ver a Steve nuevamente. Todo era demasiado bueno para ser verdad, nunca nada en su vida había marchado así de bien. Él lo estaba intentado, estaba intentado mantenerse limpio y mejorar, él lo estaba intentado como nadie tenía una maldita idea pero justo ahora, lo único que quería era morirse o consumir alguna droga que le arrancara todo lo sucedido de su mente.

Camino a casa Billy se había fumado una caja de cigarrillos completo, sus manos temblaban y empezaba a rechinar sus dientes una y otra vez. Estaba teniendo un ataque de ansiedad y pánico la misma vez. Estaba desesperado, quería encontrar una salida como siempre pero estaba vez no tenía a California, no tenía drogas y no tenía a Steve.

Los cigarrillos, el alcohol y la hierba que le vendía Robin ya no eran suficientes. Él necesitaba algo más poderoso, algo que lo sacara de su sufrimiento y esa ansiedad que lo jodía una y otra vez.

El californiano caminó hacia el centro de la ciudad, específicamente hacia el almacén donde trabajaba Robin. Entró como un desquiciado, llamando la atención de todos y dejando a Robin completamente preocupada.

-Necesita que me vendas, de lo mejor que tienes, la mejor calidad -exigió contra la vitrina donde se encontraba la pecosa, la chica frunció el ceño.

-¿Estás bien? -ella dijo preocupada, saliendo del otro lado de la vitrina para llegar a su lado, trató de colocar una mano en su hombros pero él se deshizo del agarre bruscamente.

-¿Que mierda te importa? -atacó molesto, ella frunció el ceño- Vine a comprarte, no a tener una charla contigo, dame lo que te pedí.

Billy estaba actuando como un desquiciado.

-Mira, viejo, no te voy a vender nada. Steve me lo dejó claro, si te vendo algo él me mata -aclaró la chica.

-¡Me importa una mierda lo que Steve te diga! ¡Dame lo que quiero! -le gritó fuerte, haciendo que todos se giraran a verlo.

Robin frunció el ceño molesta y salió del almacén, el rubio la persiguió como alma en pena.

-No hagas que te golpeé, Billy. Ve a casa y descansa. Ya has tenido suficiente por hoy -la chica amenazó.

El ojiazul se burló.

-Solo dame lo que te pedí y me iré -fingió actuar pacífico.

-Te lo diré ahora y cómo te diré las veces que me pidas lo mismo -dijo molesta la chica. No te estoy vendiendo nada, Billy. Vete a casa.

-¿Por qué estás actuando como una perra? -alzó la voz- Tengo dinero como cualquiera que viene aquí, no te estoy pidiendo prestado o que me regales.

-No -negó de inmediato, sin pensarlo.

-Robin, por favor. Lo siento por cómo estoy actuando, solo... solo he tenido un día malo. ¿Está bien? Solo quiero relajarme un rato -habló esta vez más tranquilo, tomando largas respiraciones. Tratando de persuadir a la pecosa.

-Eres un drogadicto, Billy -dijo seria Robin, mirándolo directo a los ojos. El rubio retrocedió molesto- Estás en una mierda grave. Solo mira como te pusiste por un poco de hierba. No quiero actuar con doble moral, pero como te lo dije en principio. La gente de aquí compra hierba para pasar un buen rato no para dañarse así mismos. Steve se ha esforzado tanto ayudándote, ok. No estoy haciendo esto solo por él, sino también por ti. No quiero que algo jodido te suceda, todos queremos que mejores.

-Jódete, Robin -escupió cansado y molesto a la misma vez.

-Necesitas ayuda, Billy. Quiero ayudarte por eso te estoy pidiendo que vayas a casa y descanses. No quiero tener que llamar al señor Hargrove.

Let my baby stay (Harringrove)Where stories live. Discover now