Capítulo 30

6.5K 266 84
                                    

Os he dejado una canción arriba que podéis reproducir cuando yo os indique para dar más ambiente al capítulo ;) Que lo disfrutéis.

Por fin el estridente timbre suena, y puedo cerrar hasta después de Navidades el libro de cálculo.

Hoy es Viernes, y el Lunes ya estaré partiendo de este Internado para ir a pasar las vacaciones en casa de Samantha y... Hugo.

Me pongo nerviosa sólo de pensarlo.

—¿Vamos a comer? —Me pregunta mi amiga rubia mientras se pone su bolso de cuero negro en el hombro.

—Primero tengo que llamar a mis padres. A ver si esta vez cogen el maldito teléfono —Respondo a Samantha. Llevo cinco días intentando comunicarme con ellos para avisarles que voy a ir a pasar las vacaciones a casa de mi amiga, pero siempre me contesta su secretaria diciendo que están muy ocupados, que me llamarán en cuanto puedan.

A este paso me llaman y yo ya estoy a más de 600 kilómetros de aquí.

Recorro los pasillos rápidamente. Puedo notar perfectamente que el ambiente ha cambiado respecto a las últimas semanas. Se nota excitación, felicidad... ganas.

Hoy por fin es el baile de Invierno y no puedo esconder que se me están pasando las horas demasiado lentas. Estoy deseando asistir a mi primer baile y encima con Hugo. No quepo en mí.

Llego a la sala de llamadas y marco el número de mis progenitores sin demasiadas esperanzas. Espero pacientemente mientras comunica.

—¿Eva? —La voz grave de mi padre interrumpe el molesto pitido.

Yo me sorprendo. Hasta ahora mi padre nunca me había cogido el teléfono. Siempre responde mi madre y si eso, mi padre se acerca a saludar siempre que no esté muy ocupado con sus asuntos.

—Papá —Contesto como modo de saludo.

—Me has pillado justo a punto de salir. ¿Algo importante? ¿Te encuentras bien?

—Sí, sí. Todo perfecto —Se me hace raro contárselo a él. Esperaba hablar de esto con mi madre —. Em... ya sabes que voy a tener que pasar las vacaciones aquí porque estáis trabajando.

—Sabes que tu madre y yo lo sentimos mucho, pero las circunstancias en el trabajo no nos permiten marcharnos.

—Lo sé, lo comprendo. Pero por eso, mi amiga Samantha, ya os hablé de ella, mi compañera de habitación—Explico rápidamente, necesitando obtener una respuesta cuanto antes—, me ha ofrecido pasar las vacaciones con ella para no quedarme sola. A sus padres no les importa y la verdad es que me apetece mucho. No quiero quedarme sola todas las Navidades.

Mi padre se queda en silencio un momento. Mi corazón bombea sangre demasiado rápido. ¿Qué pasa si ahora no me deja?

—Vale. Se lo diré a tu madre, pero no creo que tenga ningún problema.

—¿Enserio?

—Es lo menos que podemos hacer. Ya nos enviarás la dirección de donde estás y todo. Ahora tengo que irme.

—Gracias papá. Te quiero —Digo eufórica.

—Hablamos —Se despide y cuelga inmediatamente.

Ignoro la fría despedida, y me centro en que definitivamente no voy a pasar mis Navidades vagando sola por este Internado.

Me dirijo al comedor. Mis amigos ya están sentados así que no pierdo el tiempo y me sirvo la comida en mi bandeja. Termino de colocar mi postre y comienzo a dirigirme hacia la mesa, pero llevo la bandeja tan cargada que no puedo evitar que mi manzana ruede y acabe cayéndose al suelo.

El Internado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora