Dulce Destino

CAPITULO 11

Te amo.

Damon.

Observé como su pecho estaba manchado de rojo por la sangre. Sentí como si una daga se enterrara en mi propio corazón, grité pidiendo ayuda, gritos que resonaban por toda la tierra. Coloque su rostro contra mi pecho. Una lágrima corrió por mi mejilla, al saber que ya no estaríamos juntos.

—Lo siento, lo siento tanto, discúlpame por llegar tarde. —susurre en su oído mientras la apretaba fuertemente a mi pecho, intentando creer que todo esto solo es una maldita pesadilla.

—Te amo. —observaba como la vida de mi luna se escapaba de mis brazos, aullé, un aullido que hizo que la tierra temblara.

La diosa luna, que observaba todo desde el cielo, lloro, lloro ante la perdida de una hija, lloro ante el dolor de su hijo.

—Solo te ruego una oportunidad más, una oportunidad para volver a encontrarla, ni siquiera cumplimos todos los sueños que tanto imaginábamos, por favor, diosa, dame una oportunidad. —suplico.

—Mi pequeño hijo, te voy a conceder la petición que has hecho, pero tengo una advertencia para ti, si cuando se reencuentren, tú la llegas a lastimar, sufrirás porque tu pareja ya no te recordara.

El alfa juro a la luna, que cuando llegue a reencontrarse con su pareja, jamás la lastimaría. La luna asintió, y en ese momento el cielo se volvió más oscuro, y el alfa sintió como su vida se iba yendo.

Lleve mis manos a mi cabeza, sin abrir los ojos y un insoportable dolor tomo posesión de mi cuerpo. Cuando mi vista se adaptó a la luz, busque desesperadamente en toda la habitación en la que me encontraba, y la vi, estaba acostada en otra cama, me acerque despacio para no despertarla y acaricie su hermosa cara.

—Te encontré Lizbeth, mi hermosa luna, lamento todo lo que te he hecho. —le susurre sin dejar me acariciarla, mientras las lágrimas caían por mi rostro —. Gracias diosa por dejarme reencontrarme con mi bella luna, gracias por darme este dulce destino.

Siento como ella se remueve y empieza a abrir sus ojos, al verme se lanza hacia mí, haciendo que cayéramos juntos al piso, ella encima mío. Sentí como si unas agujas se enterraran en mi cuello, y lo último que vi, fue una sonrisa de mi bella mate, antes de volver a caer dormido.

***

No sé cuánto tiempo estuve así, pero cuando me levanté me tuve que agarrar el cuello porque me empezaba a doler bastante, escucho como la puerta de la habitación es abierta y un delicioso aroma que me deja siempre cautivado llena toda la habitación.

—Disculpa. —vi como agachaba su rostro.

Me senté en el borde de la cama y extendí mis brazos, ella se acercó y se sentó rodeando mi cintura con sus piernas. Acomodó su cabeza en la cavidad de mi cuello y mi cuerpo se tensó, al sentir como dejaba pequeños besos en la marca que me había hecho horas atrás.