CAPITULO 04

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La petición de Damon

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La petición de Damon.

Bianca.

—Pues, estoy en mi casa con Vanne. —me comento.

—Crees que soy ingenua, entonces, seguramente tu casa se convirtió en una feria, para que se escuche esa musiquita y se oigan las risas de los niños. —escuche como suspiro. —Porque me están siguiendo, tu y Vanne, les cinco minutos para que se presenten ante mí, si no, no les voy a volver a hablar. —musite molesta.

—No es mi culpa, es la de Vann... —escuche como se quejó. —Ya vamos para allá, no se muevan. —hablo rápidamente Vanne a través del celular.

Minutos después, frente a mí, se encontraban mis dos mejores amigos, vestidos todo de negro.

—Todo esto tiene una explicación. —comento Vanne, pausadamente. —Te seguimos por tu seguridad, porque era extraño que salieras con alguien que recién conocías, y hay algo más, mi hermano te ha estado siguiendo desde que saliste de tu casa. —mi hermano soltó una risa en bajo.

—Voltea lentamente y fíjate quien esta supuestamente comprando algodón de azúcar. —me susurro Zack, cuando se me acerco para agarrarme los hombros y luego darme un beso en el cachete, hice lo que me dijo, y me llevé la sorpresa, de que Damon nos observaba con el ceño fruncido.

Se acerco hacia nosotros, Lizbeth, mi conejita interna, se removió un poco, ante las feromonas que esparcía su alfa, que se encontraba molesto.

—Te advertí que te alejaras de ella. —escuche como le susurro a mi hermano, cuando paso por su costado. —¿Ustedes son cercanos para que la hayas invitado a una cita? —inquirió.

—¿Estas tan curioso acerca de mi relación con Bianca? Y porque ella acepto salir conmigo. —soltó una risa baja mi hermano. —Te lo diré entonces. —suspire. —La conozco desde que nació, por eso, nuestra relación es muy especial que solo nosotros dos podemos tener en todo el mundo. ¿puedes entenderlo? —miro retando a Damon.

Vi como quiso abalanzarse hacia Zack, mi mano sujeto el brazo de Damon, haciendo que su cuerpo dejara de estar tenso. Volteo a verme.

—¿Qué crees que estás haciendo? —lo mire molesta, nadie podía golpear a mi hermano, solo yo lo podía hacer. —¿Acaso me estas siguiendo? —su cara tomo un color pálido, haciendo que la risa de Vanne estallara.

—Tu eres mía, Bianca. —me susurró. —Eres mía, ¿lo entiendes? —me quise reír, pero me contuve, quien se creía este. —Por eso, no te dejare ir nunca.

—No soy tu maldita pertenencia, no soy un objeto. —le grite con los ojos llorosos. —No me vengas a joder, luego de todo lo que dijiste el día que nos encontramos.

Mi pecho empezó a doler, haciendo que me cayera, pero antes de lograr tocar el piso, los brazos de Damon me alcanzaron.

Escuche como gruñía, cuando mis amigos y mi hermano, intentaban acercarse, eso fue lo último que alcance a ver, antes que caer en una completa oscuridad.

Dulce DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora