Capitulo 2

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El dolor de Usagi, solo hizo aumentar hasta el punto de que Diamante la durmió con sus habilidades para intentar reducirlo. Mientras miraba a su hermano preocupado, pues ambos temían que la joven peligrase debido a usar tanta energía en un estado tan delicado.

Llegaron a Némesis, bastante rápido en realidad para lo que se podría esperar de un viaje interplanetario, puesto que el planeta que en un pasado había sido un páramo de desolación y oscuridad estaba en un sistema solar relativamente cercano al propio. Pero eso no alivió las preocupaciones de ambos jóvenes respecto a la joven que tenían ahora bajo su protección.

Diamante cargó a la Reina de la Luna, puesto que se negaba rotundamente a llamarla Reina de la Tierra, hasta el interior del palacio y de unas habitaciones muy bellas, que parecían hechas de cristal. Poco después de que dejará a la dormida Usagi sobre la cama, llegó Zafiro acompañado de la partera real.

—Parece que la decoración cristalina no fue tan mala idea, al final, ¿no? —Diamante se burló de su hermano con esa declaración, ya que recordaba todos los argumentos que éste le había dado en el pasado en contra de esa decoración.

—Nunca tuviste siquiera una mínima certeza de que ella fuera a ocupar estas habitaciones, Diamante y lo sabes —Zafiro tuvo que ocultar su risa mientras ambos eran expulsados de la habitación por la partera que parecía realmente molesta por su presencia, aunque no sin antes pedirle a Diamante que anulase los efectos de sus habilidades en la joven.

—¡Amor! —exclamó la voz de la esposa de Diamante mientras corría hacia su marido—: ¿Pudiste agradecerle a la Reina Serenity todo lo que hizo por nosotros?

En el pasado, Berthier había luchado contra las amigas y guardianas de Serenity, para intentar raptar a su hija, pero desde que ella les había dado una segunda oportunidad, aunque no lo supiera. Pues todo el mundo, incluida la propia Sailor Moon, pensaba que habían sido eliminadas. Ya no sentía nada más que agradecimiento por la jovencita que les había dado esa segunda oportunidad, sin que ellos lo hubieran sabido, puesto que en esta ocasión ella si había encontrado algo por lo que luchar. El amor de Diamante. Algo que jamás se imaginó en el pasado cuando solo era una marioneta de Rubeus y el propio Diamante era poco más que una marioneta del Gran Sabio.

—De hecho, amor —Diamante miró casi de manera culpable a su esposa, mientras golpeaba a su hermano por sus risas indiscretas—. He hecho algo más que darle las gracias...

No pudo decir nada más, por qué el grito de la joven Reina al comenzar a dar a luz dijo más de lo que nadie pudiera decir.

—¿Diamante? —preguntó Berthier completamente sorprendida, mirando hacia la puerta cerrada—. Dime que esa que acaba de gritar no es la Reina de la Tierra... y que no la has secuestrado.

—Lo primero no puedo negarlo —afirmó Diamante rascándose la cabeza mientras una sonrisa se extendía por su rostro—. Lo segundo, sí. Ella vino por su propia voluntad.

—Doy fe de que vino por su propia voluntad —Zafiro corroboró las palabras de su hermano, en un intento de darle un poco de aire a su hermano para evitar que fuera estrangulado por su esposa—. No hemos causado un conflicto entre ambos planetas, quédate tranquila, Berthier.

—¿Entonces? ¿Por qué la han traído? —Berthier no pudo ocultar la curiosidad en su voz—: No me opongo a que la hayan traído, le debo la vida que tengo y mi felicidad —añadió esto último mirando a su marido y padre de su hermosa hija casi recién nacida—. Pero... no entiendo por qué alejar a la Reina de su familia. ¿Qué si sus gritos no son malinterpretados por mi... está dando a luz?

—Recuerdas que el gran sabio nos habló de un enemigo del planeta tierra... —Diamante habló mientras entraba en un estado pensativo para tratar de recordar algo que era un poco borroso para él—. Un enemigo que nos ayudaría a destruirles...

Luna NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora