En el vasto y antiguo castillo de Hyrule, donde los ecos de risas y aventuras pasadas aún resonaban en los muros de piedra, la luz del atardecer se deslizaba a través de las altas ventanas, tiñendo las estancias con un suave resplandor dorado. Sin embargo, en la habitación de la princesa Zelda, la atmósfera era opresiva, cargada de una melancolía que parecía casi palpable. La joven, con el cabello dorado como el oro y ojos que reflejaban la tristeza de un cielo nublado, se encontraba sentada al borde de su cama, sus ojos fijos en un plato de sopa humeante que Anju, su leal mucama, había preparado con esmero. Cada bocado se sentía como un recordatorio de la calidez que una vez llenó su vida, un eco de lo que había sido y de lo que había perdido.—¿Han tenido alguna noticia de Link? —preguntó Zelda, su voz un susurro quebrado, como si temiera que el viento mismo pudiera llevarse sus palabras. La incertidumbre se había convertido en su compañera más constante, una sombra que la seguía a cada paso. La imagen de Link, con su espada brillante y su inquebrantable valentía, inundaba su mente, pero ahora parecía tan distante, como un sueño que se desvanecía al despertar.
Anju, con su cabello rojizo brillando tenuemente a la luz, se acercó, su expresión llena de una mezcla de compasión y resignación. Su mirada reflejaba la tristeza que ambas compartían, un dolor que se había instalado en sus corazones desde que la oscuridad había caído sobre el reino.
—Aún no, princesa —respondió Anju, su tono grave, cada palabra cargada de una tristeza profunda—. Es mejor que se olvide de él. Nadie lo ha visto desde que el oscuro Dark Link tomó el control del reino. Su sombra se cierne sobre nosotros, y la esperanza parece desvanecerse como el humo en el aire frío de la noche. La lucha por la libertad se ha convertido en un eco lejano, y el miedo se ha apoderado de los corazones de los que quedan.
Zelda sintió un escalofrío recorrer su espalda. La mención de Dark Link era como un veneno que se filtraba en su corazón, una herida abierta que nunca sanaría. La figura sombría de su enemigo se alzaba en su mente, una representación de todo lo que temía perder.
—Ya ha pasado más de tres meses desde que eso ocurrió —exclamó, mientras una lágrima solitaria descendía por su mejilla, como una gota de lluvia en un día sombrío—. Tres meses de incertidumbre y dolor, un tiempo que se ha estirado como un hilo frágil, amenazando con romperse en cualquier momento. Cada amanecer traía consigo la esperanza de un regreso, y cada anochecer, la desilusión de la soledad.
—Así es, ha pasado un tiempo considerable, princesa —dijo Anju, dándole la espalda mientras una sonrisa forzada aparecía en su rostro, como si intentara ocultar su propia angustia—. Debe hacerse la idea de que tal vez él... ha encontrado su final. La realidad es dura, y a veces, la verdad es un camino lleno de espinas que debemos recorrer, aunque duela.
—¡No! ¡Eso no! ¡Lo que dices no puede ser cierto, no puede ser verdad! —gritó Zelda, su voz llena de desesperación, mientras comenzaba a hiperventilar, el miedo apretando su pecho como un lazo cruel. La idea de perderlo, de que su amor se hubiera desvanecido en la oscuridad, era un tormento que la consumía, un fuego que devoraba su esperanza.
Anju, con un suspiro profundo, se volvió hacia ella, su mirada firme, pero llena de compasión.
—Es mejor pensar así que enfrentarse a la cruda realidad de que él podría haberla abandonado. ¿O acaso me equivoco, princesa Zelda? —inquirió, mientras retiraba la charola dorada de la cama, evitando que las sábanas se mancharan con las huellas del sufrimiento. Sus palabras eran como un golpe, una verdad que se clava en el corazón, y Zelda sintió cómo su mundo se tambaleaba.
—¡Lo dices para herirme! ¡Estás confabulada con ese desgraciado Dark Link, ¿no es así, traidora?! —respondió Zelda, sus manos temblorosas apretándose en puños, la rabia y la tristeza entrelazándose en su interior. La traición era un veneno que corría por sus venas, y la figura de Anju, su amiga, se convertía en un reflejo distorsionado de la realidad.
—Solo soy realista. Además, el señor Dark Link no tiene nada que ver en esto. A veces, la verdad es un espejo que no queremos mirar. Ese hombre, aunque le duela, no la ama —exclamó Anju, su voz resonando con una dureza que sorprendió a la princesa. Cada palabra era un eco de la desesperación, una verdad que se negaba a ser ignorada.
Zelda sintió cómo su corazón se partía en dos, cada palabra de Anju como un dardo envenenado. La idea de que Link pudiera haberla abandonado la consumía, y las imágenes de sus momentos juntos se deslizaban por su mente como sombras danzantes.
—¡Mientes! ¡Él no puede ser tan cruel como para abandonarme de esta manera! ¡No después de todo lo que vivimos juntos! —replicó, su voz quebrándose, mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, cada una un testimonio de su dolor. Recordó sus risas, sus promesas, los momentos compartidos en la luz del sol, cuando el mundo parecía perfecto y lleno de posibilidades.
—A veces, nos volvemos ciegos y no vemos las verdaderas intenciones de quienes nos rodean, princesa. Tal vez él solo buscaba un momento de pasión efímera, un revolcón de una noche —dijo Anju, su mirada llena de una tristeza profunda antes de abrir la puerta de la habitación. Las palabras resonaban en el aire, un eco de la traición que la princesa no podía soportar.
Zelda sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Las palabras de Anju resonaban en su mente, como un eco sin fin. La puerta se cerró tras de sí, dejando a la princesa sola en la penumbra, atrapada entre la esperanza y la desolación. La habitación, antes un refugio, se había convertido en una prisión, y la soledad se convirtió en su única compañera.
Con el corazón pesado, se dejó caer sobre la cama, sintiendo cómo la desesperanza la envolvía como un manto oscuro. ¿Podía realmente ser que Link la hubiera abandonado? La idea era insoportable, un peso que la oprimía y la hacía sentir pequeña e insignificante. La angustia la envolvía, y en su mente, las imágenes de Link se mezclaban con la sombra de Dark Link, un recordatorio constante de la lucha que había librado y de lo que aún estaba en juego.
Mientras las sombras se alargaban en la habitación, Zelda cerró los ojos, deseando que al abrirlos, todo fuera diferente. Que Link regresara, que la oscuridad se desvaneciera y que la luz de la esperanza volviera a brillar en su corazón. Pero en el silencio de la noche, solo encontró la soledad, un abismo que parecía tragarse toda su luz.
Las lágrimas se deslizaban por su rostro, cada una un símbolo de su dolor y su amor perdido. En su pecho, el vacío crecía, un eco de la ausencia de Link que resonaba en cada rincón de su ser. ¿Cómo podía seguir adelante sin él? La pregunta la atormentaba, y en su mente, las memorias de sus aventuras juntos se entrelazaban con la realidad de su ausencia, creando un torbellino de emociones que la dejaba sin aliento.
Zelda se levantó de la cama, sintiendo la necesidad de moverse, de hacer algo, cualquier cosa que la sacara de ese abismo de desesperanza. Caminó hacia la ventana, y al mirar hacia el horizonte, vio cómo el sol se ocultaba tras las montañas, tiñendo el cielo de un rojo intenso. Era hermoso, pero también recordaba la belleza de los momentos compartidos con Link, y la tristeza la invadió nuevamente.
—Link... —susurró, como si su voz pudiera atravesar el tiempo y el espacio, llegar hasta él, dondequiera que estuviera. Su corazón anhelaba su regreso, y en ese momento, prometió que no se rendiría. La luz de Hyrule dependía de ella, y aunque la oscuridad parecía impenetrable, había una chispa de esperanza que se negaba a extinguirse.
Con una determinación renovada, Zelda se secó las lágrimas, sabiendo que debía luchar no solo por ella, sino por todos los que dependían de su fuerza. Aunque el camino sería difícil y el dolor persistente, no permitiría que el miedo la dominara. Era la princesa de Hyrule, y su historia aún no había terminado.
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La leyenda de zelda - Paraíso Del Deseo
FanfictionEn el reino de Hyrule, donde la luz y la oscuridad han coexistido en un delicado equilibrio, una sombra se alza para amenazar la paz. Dark Link, la representación oscura del héroe, ha emergido de las profundidades de la maldad, decidido a reclamar l...