Hagámoslo en... [YiZhan/ZhanYi/Versátil]

9. El baño público (Pt. 2)

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Resultó muy curioso que después de haber visto a Xiao Zhan en el baño, me lo haya encontrado con mucha frecuencia.

Cuando salía de la universidad y me dirigía al trabajo, él casi siempre estaba en el área de acceso de personal "platicando" con su amiga de área.
Y casi siempre me decía:

—Buenas tardes, Yibo.

Cómo si con ese saludo yo pudiera olvidar todo lo que sucedió.

Y no fueron las únicas veces. Dos semanas después, Xiao Zhan se compró una motocicleta. Una Yamaha R6 para ser más exactos.
Cada vez que él se iba y me encontraba esperando el colectivo, se detenía frente a mí y se ofrecía para llevarme a casa.

No acepté ninguna de sus ofertas. Siempre le inventaba que vería a mamá y papá en equis lugar (porque Zhan no sabía lo de papá) y él simplemente se iba.

Durante la universidad me sentía más cómodo. Vagaba por la facultad con indiferencia y a veces me quedaba a mitad de campus. Sabía que Xiao Zhan no regresaría hasta el siguiente semestre y eso estaba bien por lo mientras.

Xiao Zhan siguió insistiendo en salir aunque fuera sólo por una cerveza después del trabajo y aunque yo me resistí, no siempre se puede esconder del destino.

Una semana después del cumpleaños de Xiao Zhan, nos llegó una carga de nuevos artículos de temporada muy pesada.

El gerente de almacén nos había avisado desde días atrás que debíamos ir preparados mentalmente para terminar tarde de trabajar aquel día. Pero si había algo con lo que no contábamos, era que los camiones de logística de tardaron tres horas más de lo planeado. Arribaron a la tienda cerca de las nueve de la noche.

Ya no podía irme, nos habían prometido una buena paga por las horas extras.

Yo, junto con mis colegas, terminamos con los tres camiones de carga cerca de las doce de la mañana.

Algunos pensaban quedarse a dormir en el almacén, pero yo debía llegar al cole a las siete de la mañana, eso agregando que debía ducharme y coger mis cuadernos.

Había pensado en coger un taxi.

Aproveché una escapada a los aseos para descargar Didi.

Estaba rellenando mis formularios cuando noté que alguien entraba.

Era Xiao Zhan.

—¡BoDi! —tenía unas largas ojeras en su carita y se miraba bastante cansado. Aún así, me sonrió feliz —creí que no te habías quedado.

—Pues aquí estoy, ¿Que no?

Xiao Zhan se lavó las manos en el lavabo junto a mí. También soltó un suspiro.

—BoDi... He notado que has estado distanciado conmigo...

—¿Por qué será? —murmuré. Estaba algo molesto, cansado y no tenía ganas de hablar.

—BoDi... Entiendo que estés molesto, pero... Quiero que sepas que no soy el mismo. Aprendí mi lección y bueno... Sólo me gustaría recuperar tu amistad.

Me recargué en la pared del baño y le miré.

Xiao Zhan llevaba puesta una camiseta holgada pero con una faja encima de él. Su cinturita de remarcaba mucho y su lindo trasero se miraba mejor.

—¿Y para qué quieres mi amistad? —pregunté cruzándome de  brazos —¿Para follar cuando se te caliente el culo y no tengas a Dalu para ayudarte?

Xiao Zhan me miró completamente sorprendido. Nunca antes había usado un vocabulario tan fuerte para con él. Pero tampoco me flagelé. Quería herirlo también.

—Yibo, ¿Por qué hablas así?

Un sentimiento extraño de apoderó de mí cuando mis ojos se posaron en sus labios. Esa boquita en forma de corazón que me volvía loco.

Caminé unos pasos hacia él, y Xiao Zhan retrocedido. No me detuve hasta arrinconarlo.

—Mejor dime desde ahora cuánto más vas a tardar en volver con él —su rostro estaba muy, muy pegado al mío —para saber si me da tiempo de metértela o no.

Definitivamente me desconocida a mí mismo.

—Jamás creí...

—¿Qué? ¿Qué te diría esas cosas? Yo jamás creí que tú hubieras sido capaz de romperme el corazón... Y mira, ambos nos equivocamos.

Noté que Xiao Zhan quería añadir algo más. Protestar. Pero no se lo permití.

Estaba cansado, estresado y podría decir que urgido. Llevaba casi un año sin follar y de repente se me aparece él... Tan vulnerable.

Violé sus labios con peligro mientras, a ciegas, buscaba el pestillo para ponerle a la puerta. Seguido de eso, mis manos buscaron la forma de quitar esa faja tran estorbosa y me pegué más a él.

Xiao Zhan no tardó mucho en aferrarse a mis cabellos y tirar de ellos.

Nos separamos unos milímetros, nos vimos a los ojos y después nos metimos al primer cubículo.

Xiao Zhan se bajó sus pantalones al mismo tiempo que yo. Ambos tratamos de no romper el beso.

A tientas, bajé la tapa del inodoro y me senté en ella. Zhan se puso sobre mí y empecé a buscar su entrada.

Jugué un poco con ella y después, le senté sobre mi erección.
Los primeros segundos fueron dolorosos tanto para él como para mí, nos quedamos quietos, respirando agitádamente. De poco en poco nos volvimos a besar y Xiao Zhan se empezó a mover.

La sensación de sintió bien conforme Xiao Zhan se amoldaba a mí. Habíamos pasado tanto tiempo sin follar juntos que definitivamente quería desquitar mis ganas ahí.

Después de unos cuantos brincos, Xiao Zhan se quedó inmóvil, pero sin salir.

—¿Cansado, conejo? —le pregunté mientras dejaba mi marca en él.

Mordí y succioné su piel por algunos segundos, hasta que una mancha morada quedó en su cuello. Después fui al otro lado.

Sentí la dureza de Xiao Zhan engrosarse entre nuestros cuerpos. En pocos segundos, volvió a moverse.

Esta vez yo puse sus manos en su cintura y le ayudé a subir y bajar con mayor velocidad. Sentía mi orgasmo llegar y quise probar algo.

Aferré mis manos a sus redondas nalgas y puse los pies firmes sobre el piso. Con fuerza, me levanté del inodoro con todo y Xiao Zhan, después, lo pegué contra la pared que dividía los cubículos y ahí le empecé a arremeter más duro.

Las uñas de Zhan se enterraban en mi espalda y yo me aboracé a la piel de su cuello y bíceps. Dejé un montón de marcas en él y antes de darle el toque final a la última, me corrí.

Había sido uno de los mejores orgasmos.

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Terminé de abrochar mi ropa y asegurarme de no dejar evidencias de lo sucedido.

Xiao Zhan se acercó a mí después de vestirse también. Me abrazó por detrás de la espalda y nos miramos a través del espejo.

—Te había extrañado, BoDi.

Sonreí a medias y me agité para quítarmelo.

—Que hayamos follado hoy, no significa que volveremos a ser como antes —le dije —el Wang Yibo del que te burlabas ya no existe.

Después, salí.

Lo dejé ahí, seguramente confundido.

Ya no regresé esa noche a casa. Me quedé a dormir con el resto de mis colegas en la zona de descarga y falté al día siguiente.

Tampoco vi a Xiao Zhan durante un par de días, y cuando lo volví a hacer, nos ignoramos uno al otro.