Día 1: ❝Luces de navidad❞

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Día 1:
Luces de navidad

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Universo alternativo:
Adolescentes

Es temprano, hace frío y no le apetece nada abandonar su calentita cama

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Es temprano, hace frío y no le apetece nada abandonar su calentita cama. Sabe que no puede quedarse acostada toda la mañana, así que con toda la pereza del mundo, se levanta.

Los pies descalzos andan de allá para acá, buscando una bota marrón que no recuerda dónde dejó la noche anterior. Cuando la encuentra suelta un suspiro de alivio.

Todavía sigue en pijama y la verdad es que no pretende deshacerse de ella. Coge del armario el abrigo más grande y alcochonado que tiene y se lo pone.

Debería lavarse la cara o cepillar sus dientes, pero no lo hace. Si el piso frío le hizo temblar hasta los huesos, ¿qué podría esperar del agua? Al menos cepilla un poco su largo cabello azulado y acomoda su flequillo. Quizá debería cortarlo pronto, esa idea le viene rondando en la cabeza desde hace meses.

Gira el pomo de la puerta despacio, intentando no hacer ruido para no despertar a su familia. Y de puntitas, camina por el pasillo hasta llegar a la entrada de su casa.

Frente a ella, se asegura de llevar consigo dinero, llaves y su celular. Ya había olvidado esas tres cosas en el pasado y no fue una experiencia grata.

—¿Qué haces? —pregunta su hermanita Hanabi, quién parece que se ha levantado a beber agua. El sueño todavía no la abandona.

—Voy a salir un momento —contesta con nerviosismo.

—Uhm.

Hinata no espera más palabras de ella y sale de la casa.

Ya afuera, el viento cala en su rostro y se da cuenta de que debió traer una bufanda, pero no tiene ganas de volver a entrar cuando Hanabi estará ahí esperándola para hacerle más preguntas.

Resguarda sus manos en los bolsillos de su abrigo y comienza a caminar hacia su destino.

Cada año, el mismo día, a la misma hora, le gusta ir a su lugar especial: una casa del árbol. Está ubicada cerca de la preparatoria en la que estudia, es vieja y parece que nadie la habita. Puede que sea peligroso y a veces hasta le de miedo, pero le encanta estar ahí.

La encontró de pura casualidad en navidad, cuando se perdió. Desde entonces, decidió que sería su refugio.

La calidez que desprendía era reconfortante y le hacía bien. Se sentía tranquila y podía permitirse hablar en voz alta sin temor a estropear algo.

A diferencia de otras veces, ese día parecía distinto. Tal vez porque estuvo a punto de faltar o porque no se lavó la cara.

A punto de llegar, se topa con un compañero del instituto que está sentado en la acera, lo reconoce de lejos: Sasuke Uchiha.

Quédate a mi lado | sasuhina holidays 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora