SIN EDITAR
El olor a navidad, chocolate caliente y galletas de jengibre está en el aire. Es el tiempo perfecto para abrigarse y estar al lado de seres queridos. Pero no para ellos, quienes se sienten tan solos que la compañía del otro puede resultar...
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Si había algo que Hinata amaba más que nada, era patinar.
Le encantaba la sensación de libertad que tenía cuando estaba sobre el hielo.
Sus movimientos eran estilizados y delicados, casi enigmáticos, como si escondieran algo más detrás de ellos.
Y hoy era su cumpleaños número diecisiete y como cada año, iría de nuevo.
La noche anterior llamó a Sasuke para preguntarle si quería ir con ella, pero él se negó, cosa que le sorprendió de sobremanera porque nunca decía que no sin dar una explicación; o al menos así era con ella.
Se sentía un poco triste con eso e intuía que algo andaba mal, pero tampoco sé atrevía a indagar.
Suspira con pesadez y se adentra al edificio. Hay poca gente pero todo es distinto a otras veces. Decide que hoy no tiene muchas ganas de patinar y eso es extraño. Tal vez está cansada.
No está del todo segura.
Cuando está a punto de abandonar las instalaciones, recibe una llamada con un tono peculiar. Sonríe al darse cuenta de lo quién se trata.
—¿Hola?
—Hinata...
—¿Sucedió algo? —pregunta alarmada al escuchar ese tono afligido.
Él niega a través de la línea y resopla.
—Solo quería llamarte —dice—. Feliz cumpleaños.
—Gracias, Sasuke-kun.
Segundos de silencio y tensión que parecen eternos. Ambos quieren decir un montón de cosas pero no se atreven.
—¿Todavía estoy a tiempo de ir contigo a patinar?
—Por supuesto que sí.
Él parece aliviado con su respuesta. Se escuchan unos cuantos ruidos, la voz de Naruto está ahí.
—Y-yo no sé qué regalarte —confiesa nervioso en un susurro—. Es por eso que te he estado evitando.
Hinata niega.
—Solo quédate a mi lado, eso es suficiente para mí —se atreve a decir y sus mejillas se ruborizan—. No necesito nada más que a ti.
Sasuke vuelve a quedarse callado.
—Estaré ahí dentro de diez minutos —anuncia.
Oh.
—Seguro —responde nuevamente distante.
A punto de colgar, la voz suave del chico la llama.
—Hinata.
—¿Sí?
—Te quiero.
Finaliza la conversación y guarda su teléfono en el bolso gris.
Su corazón no para con esa agitación que solo se hace presente cuando se trata de él.
Y ahí viene lo que tanto ha negado.
Es invierno y está enamorada de Sasuke.
Y el mejor regalo que podría tener, es que él estará a su lado por siempre.
