💌𝑼𝒏𝒂 𝒄𝒂𝒓𝒕𝒂 𝒅𝒊𝒂𝒓𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒑𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏𝒂 𝒂𝒏ó𝒏𝒊𝒎𝒂💌
Hoy vi que salías con un chico y se dirigían a la cafetería de la universidad...¿Sientes algo por el?
Te veías muy adorable con ese abrigo rosa, me fije que también teñiste...
Era la fecha favorita del pelinarnaja. Su departamento desprendía un olor muy rico a pino y eso lo ponía de muy buen humor. Bueno talvez no sólo eso...
¡Hoy le habían dado de alta a su Hyung!
Estaba saltando con una pierna de la felicidad. Podía pasar la navidad con él. Claro está, después de disculparse por su actitud... Pero, estaba seguro de que si lloraba un poco lo iba a perdonar un poco más rápido.
—¡No se que voy a ponerme! —exclamó con un poco de fastidio mirando toda su ropa—.
El mismo con conflicto de siempre Park, el mismo de siempre...
—Mi Hyung, es alguien maduro, entonces yo también seré maduro —dijo con firmeza buscando entre su bulto de ropa algo que se asimilara a lo que estaba pensando —¿Por qué chispitas solo tengo abrigos gigantes? —preguntó al aire tirando toda su ropa a su cama—.
Esto no iba a quedar así...
—¡Jin Hyung! —dijo por el teléfono —Tenemos un 3312, lo veo en el centro comercial en 1 hora, no tarde —recalcó seriamente—.
Odiaba ir de compras con el rubio, porque su acompañantesiempre se queríallevar toda la tienda, pero grandes cosas requieren grandessacrificios. Y vaya que era grande (así como la sugaconda 7u7).
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—Ya le repetí tres veces lo mismo Hyung —recordó el menor con cansancio —No voy a comprar lencería con usted—.
—Oh, vamos Jimminie~ —rogó bajito el rubio acomodando las compras del contrario en el mostrador para pagar —Sería un muy buen regalo de navidad para los chicos—.
—Ya le dije que no —volvió a recalcar un poco más molesto—No voy a llegar con ropa seria y, luego voy a llevar a mi Hyung a una esquinita y le voy a mostrar mi lencería—.
—¡Hey! Yo no di la idea de la esquinita, eso lo pensó tú mente cochina —se excusó el mayor tomando las bolsas de ropa —Gracias, vamos JiMin—.
Si las miradas cortarán, Seok Jin, sería picadillo...
—Ese pantalón te quedaba muy ajustado, JiMin, y así dices que el pervertido soy yo —acusó el mayor caminado directo hacia la peluquería—.
Nononononono.
Esto no iba a salir bien para el pelinaraja.
—Dígame que no es lo que estoy pensando —rogó bajito el cachetón—.