𝐂𝐡𝐢𝐜𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞 𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐨 '𝐉𝐀𝐄𝐌𝐑𝐄𝐍

vi. Hormonas

Tanta paz debería estar prohibido, pensaba mientras se movía con pereza para levantarse. No logró hacerlo porque unos brazos fuertes se lo impidieron, haciéndole caer hacia atrás y aterrizar encima de un pecho tibio, sus brazos y piernas alzados en al aire. Actuando con rapidez, esta vez sí logró ponerse en sus dos pies y el sonido de una risita invadió la habitación.

—¿Qué es tan gracioso? —cuestionó RenJun con falso mal humor, buscando algo con lo cual cubrir su torso desnudo entre la pila del ropa del suelo.

No recibió respuesta. Ya con una camiseta puesta, levantó la vista para encontrar que DongHyuck tenía una seriedad en el rostro que le causó alarma y le hizo cuestionar un "¿pasa algo malo?" con una sonrisa vacilante.

—Quiero que conozcas a mi hermana —dijo DongHyuck.

Los ojos de RenJun se agrandaron y antes de que pudiera negar verbalmente, su cabeza se sacudió de un lado a otro casi con violencia.

Aparte de su hermana menor, DongHyuck no era muy cercano a ninguno de sus familiares. RenJun sabía que de la única de la que buscaría aprobación sería de ella, y conocerla sería como ponerle un sello de relación seria a lo que tenían. Habían pasado la noche juntos y a pesar de que habían tenido ciertas restricciones y no lo habían hecho todo en acuerdo tácito, la intimidad que ahora compartían era mucho mayor. Sin embargo, todavía no estaba seguro de estar ahí.

—Es demasiado pronto, y yo... tú... Lo siento —murmuró con culpabilidad. DongHyuck tomó aire pesadamente, sin decir nada—. Voy a traerte desayuno y conversaremos de esto con más tranquilidad, ¿está bien?

Si hubo alguna réplica, RenJun no la escuchó, ya que se alejó lo más precipitadamente que pudo sin llegar a correr.

DongHyuck le importaba, pero debía enfrentarse a algo antes de avanzar más y hacer un verdadero compromiso.

—Buenos días —escuchó a sus espaldas cuando tenía enterrada la cabeza en el congelador buscando sobras de la noche anterior.

El saludo le quitó los colores de la cara y un jadeo bajo brotó de sus labios. No tenía que voltear para reconocer quién era. Se incorporó con un poco de comida china en las manos y viró con lentitud.

—Eso se ve bien, ¿puedo servirme un poco? —RenJun balbuceó un sí y automáticamente fue hacia el microondas—. Gracias, RenJun.

La ropa que tenía JaeMin denotaba que acababa de llegar.

Faltaban tres días para año nuevo, lo que significaba que era una semana y media desde que la última vez que se habían visto. Parecía que había pasado tanto tiempo... y a la vez tan poco. Después de la conversación civilizada y franca que compartieron, en la que prácticamente su corazón se había impuesto a su razón haciéndolo sentir como adolescente frente a su primer enamoramiento, dejó de ver a JaeMin en su totalidad, justo como si se hubiera desvanecido en el maldito aire.

Solo cuando unos días habían pasado y era la segunda o tercera vez que pisaba el departamento de DongHyuck y seguía sin notar señales de JaeMin, se había atrevido a preguntar qué era de él.

—Adelantó su viaje a Icheon —fue la contestación concisa que recibió de DongHyuck. No había recelo de por medio, sin embargo, reparó en que unos ojos verdes le estudiaron por un instante con intensidad.

—Oh, ya veo —se limitó a decir, sin dar más muestras de su curiosidad.

RenJun aspiró aire profundamente, dándose ánimos para actuar con normalidad.

¿Por qué tenía facilidad para meterse en disyuntivas así, en situaciones difíciles en las que saldría perdiendo?

Sin querer que su nerviosismo se hiciera más evidente que con su mutismo, se movió de un lado a otro, haciendo café y buscando los huevos. Fue tarde cuando se dio cuenta de que la manera tan suelta en la que actuaba en una cocina que no era suya indicaba lo mucho que había estado ahí. Sus mejillas se encendieron pero no se detuvo.