𝐂𝐡𝐢𝐜𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞 𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐨 '𝐉𝐀𝐄𝐌𝐑𝐄𝐍

viii. (FINAL) Si no fuera por Juny

Al aparcar su auto frente a su edificio y agarrar su bolso para bajar, reparó que JaeMin no parecía tener la intención de imitar sus movimientos. Ya no tenía puesto el cinturón de seguridad pero había girado en su dirección, clavándole una mirada intensa que le hizo agitarse y que sus palmas se humedecieran.

Habían comido en un restaurante japonés que a RenJun le encantaba y conversado de cosas intrascendentales, así como dos amigos que se conocen desde hace mucho, y a excepción de un roce accidental de manos y la consiguiente incomodidad, ninguno había dado muestras de saber en qué situación estaban o en cuál querían estar.

—Sonaré como un maldito egoísta por lo que estabas pasando... —JaeMin, que estaba inclinándose para besarlo, se detuvo y volvió a su posición—, pero tomar un teléfono y enviarme un mensaje no te hubiera tomado mucho tiempo.

Que hubiese un pretexto válido para haberse desaparecido no le daba una respuesta válida a todo y RenJun prefería que hasta el último detalle estuviese hablado. Y saber por qué no se había comunicado le había estado incordiando desde el inicio.

—Lo sé. —JaeMin no continuó, desviando los ojos hacia otro lado y RenJun arrugó el entrecejo. Pero ahora y como pocas ocasiones, estaba armado con serenidad.

—¿Quieres subir? —ofreció en vez de exhortar una explicación que le satisficiera. JaeMin cabeceó una afirmación.

Estar en su departamento, una zona en la que se sentía en ventaja, había sido lo primero que se le ocurrió después de acabar la cena, por lo que había hecho la proposición. Sin embargo, una vez ahí, su nerviosismo incrementó a niveles astronómicos. Se quitó el abrigo y dejó su bolso y llaves, todo con lentitud mientras buscaba algo para decir.

—¿Quieres algo de tomar? —Sin esperar contestación, fue a la cocina. JaeMin le siguió—. ¿Café, agua, cerveza?

—Una cerveza estaría bien.

RenJun siempre se había caracterizado por tener el don de la palabra en cualquiera circunstancia y bajo cualquier presión, sin embargo, con JaeMin sentado al costado de vuelva en el sillón, tomando con serenidad su cerveza, tuvo que apelar a su arrojo para nuevamente abrir la boca primero.

—¿En qué punto estamos? —No se iría con indirectas.

—¿Umh? —JaeMin lució desconcertado, pero pronto sonrió—. Me gustas, te gusto. Es suficiente, ¿no lo crees?

—No lo creo —refutó afilando los ojos—. Me gustaría que estemos claros, porque una cosa es quedar para vernos, follar, muchas gracias y hasta la próxima, y otra muy distinta es salir, cenar, ver una película...

—Para luego follar —interrumpió JaeMin—. Podemos hacer lo que has dicho. Podemos hacerlo todo.

Sí, sí podían. A pesar de que la idea se le presentó a RenJun tan tentadora y agradable que estuvo por asentir sin poner contras, no logró hacerlo. Había dos detalles más que quería afinar.

—¿Y lo hacemos de forma exclusiva o qué? Es indudable que no buscas poner etiquetas, pero a veces tener en claro ciertos límites ayuda a evitar los malos ratos.

JaeMin había seguido bebiendo su cerveza y dio unos sorbos más antes de responderle, tomándose su tiempo e impacientándole.

—No lo sé, RenJun. Me gustas y es la primera vez que siento algo tan intenso... ¿Qué es lo que tú quieres? —Su tono era bajo, incierto.

La cerveza fue dejada en la mesa de café y RenJun suspiró, recordando los celos que había sentido y lo desagradables que eran. Su sentido común empezó a desgarrarse vociferando que se acercara a la costa, que no necesitaba arriesgarse tanto con una persona que quería "probar". Lo ignoró. Si salía mal parado, sabría que no fue debido a que no puso lo mejor de sí mismo.