-¡Estas loco!- Grito un aldeano a la figura que estaba sobre la torre Hokage. El chico de negra cabellera miraba con una sonrisa torcida lo que veía, los ninjas estaban en posición de pelea, sin embargo el miedo era palpable en sus rostros y los aldeanos temblaban en su presencia. Perfecto. Simplemente perfecto. Una pelirroja y un rubio miraban con ojos cristalinos la escena, era el, el libro bingo daba las mismas características al que respondía el nombre de Naruto Uzumaki, su hijo. Al que habían dejado bajo el cuidado del tercero con la promesa de que lo cuidaría mientras ellos estaban en esa larga misión. Si tan sólo no hubiesen tenido que partir ocho años su hijo los hubiese conocido, estaría con ellos, estaría cuerdo y lo más importante es que sabría que no lo abandonaron. Todo pensamiento de ellos fue interrumpido por la mismísima voz de su hijo. -Hay un placer en la locura, que solo el loco conoce- Respondió al insulto dado hace un minuto. Hizo sellos con sus manos y toco el techo en el que estaba situado, en menos de dos segundos gruñidos se escucharon, los aldeanos y ninja por igual miraron atrás del chico con pánico, y ahí estaba la enorme sombra con nueve colas, el Kyubi. -querían su demonio, aquí tienen su demonio, que inicie el juego- y la bestia rugió en respuesta - vamos, kurama- Susurro mientras saltaba a la cabeza de este.