-¿Y bien, por qué no explicas lo que está pasando aquí, Yui?- la castaña tomó un poco de su té mientras le dedicaba una mirada filosa. -P-Pues verás...-cuando estaba por abrir la boca, un gato de ojos rojos entró a la sala donde las dos nativas de Japón tomaban su bebida caliente. Apenas vio a su dueña, se acercó y paseó su cabeza por el costado izquierdo, justo donde su chaleco tenía un bolsillo. Justo donde estaba el celular de la rubia. Yui entendió que esa caricia no iba para ella, Kino le estaba diciendo que quería jugar con su celular. -¡YUI, NO ME IGNORES!-Bramó la castaña al ver como su amiga sacaba de su bolsillo el teléfono. -N-No es para mi, Yume- comenzó a teclear la pantalla y una musiquita comenzó a salir del aparato. -¿Vas a jugar Candy Crush?-enarcó una ceja. -Ya dije que no es para mi-dejó el celular a un lado en el suelo, boca arriba. El gato negro saltó alrededor de este al son de la música para después ponerse en posición y comenzar a pulsar con sus patitas sobre la pantalla. -¡Miaw~! -¿A-Acaso es para el gato?-miraba como el gato movía sus patas sobre la pantalla mientras salían exclamaciones del juego: SWEET, CRUNNCH. La rubia asintió por la pregunta. Antes que Yume pudiera decir algo, unos libros cayeron del librero que estaban a un lado de ellas. -¡RUKI!-el gato gris azulado se paseaba por los anaqueles botando libros al azar. Yui se paró de su posición para ir a buscar al minino. Cuando se inclinó para agarrar al cuadrupedo, un felino castaño junto con uno rubio se colgaron de su pierna y enterraron sus uñas en la tela de short. -¡Laito, Kou!¡Sueltenme! En todo el caos, Ruki tomó con sus dientes un libro de tapa azul y se lo llevó arrastrando fuera de la sala. -¡ACHU!-Yume, quién todavía se encontraba sentada en el suelo, comenzó a estornudar por tener tantos gatos cerca, eso y...-¡¿CÓMO DEMONIOS LLEGASTE AHÍ?!- un gato rubio-anaranjado reposaba sobre sus piernas.