Cuendo sus zafiros azules se cruzaron con los castaños, un brillo llego en su mirada, dándole una cálida bienvenida en su corazón. Tomó la sombrilla que se encontraba en el suelo y se la ofreció -Tomala- le ordenó el chica -Creo que te pertenece. El la miró anonado, su largo cabello pelirrojo y sus zafiros, parecían tristes, miro la sombrilla con una sonrisa y la tomó. Sin conocerla, el cuido de ella, sin conocerlo, ella lo ayudó a él.