Jimin habia sido siempre el sujeto correcto. Soltero, sin hijos pero con una enorme fila de pretendientes a la espera de una migaja de su atención. No esperaba pasar desapercibido cuando había dejado la comodidad de su hogar, demasiado cómodo y aburrido, para terminar en ese bar que apenas había abierto. Decidió darle una oportunidad, pero no podía hacerlo sin sentirse estresado por la prensa y las cámaras. Sí, era un conocido actor, modelo y dueño de una marca de ropa. Era alto, guapo y de cabellos rubios. Era deseado por cada persona que pasara a su lado y él no podía sentirse mas aburrido. Su familia presionaba con una boda,hijos, pero nunca habia llegado. Jimin fingía todo el tiempo, con sus padres y hermanos, en la iglesia y en el trabajo. No tuvo que mentir luego de la primer noche en aquel bar. Park Jimin no estaba ni enterado del tipo de eventos que sucedían en la segunda planta. Aprendió a las malas, y descubrió que la única persona que había visto detras de su máscara iba a liberar algo dentro de él, a pesar de tener que estar esposado. A sus veinticinco años, se había cansado de vivir mintiendo. Y ahora, era el momento de dejar de fingir.