Enmu no peleaba. Él pensaba las cosas, planeaba todo cuidadosamente y luego actuaba de una manera impecable y controlada. Cuando Akaza se estrelló contra los vagones del tren y atravesó su cuerpo, otro grano de arena en los engranajes de su plan perfecto, solo pudo ver rojo. Hizo lo único que pudo para asegurarse de que la Luna Superior no le robara la victoria. Lo hizo dormir. Cuando la mayor amenaza que Kyojuro jamás había encontrado sucumbió al sueño justo en frente de sus ojos, no lo dudó. Saltó, con su espada lista, con la intención de matarlo en el acto. No esperaba ser arrastrado a la oscuridad del sueño del demonio.
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