Recuerdo la primera vez que lo vi. Me sentí confundida, porque no era la persona que buscaba. No se parecía en lo absoluto. Pero algo en él me llamó la atención. Su mirada era intensa, como si pudiera ver más allá de mi superficie. Me sentí desnuda ante él, expuesta. No entendí por qué me sentía así. No era como si lo conociera, no era como si hubiéramos compartido nada. Y entonces, lo vi en sus ojos. Vi la obsesión, la fijación. Vi que me había elegido, que me había seleccionado para algo. No supe qué era, pero supe que no podía escapar. Supe que estaba atrapada en su mirada, en su voluntad. Y ahora, no puedo negarlo. No puedo negar la forma en que me hace sentir, la forma en que me controla. Es como si hubiera sido creada para él, como si fuera suya desde el principio. No hay escapatoria, no hay refugio. Solo él, y la oscuridad que me ha consumido.