Anastasia:
El chofer me lleva en silencio, con la mirada fija en el camino. Empiezo a jugar con mis dedos nerviosa
-¿Puedo pedirle algo? -le pregunto, intentando sonar amable.
-¿Qué necesita, señorita? -responde, sin mirarme.
-Quiero que me deje en la esquina de la calle principal -digo, intentando sonar natural -Quiero caminar un rato.
-Lo siento, señorita, pero tengo órdenes de llevarla directamente a casa -responde, firme.
-Por favor -insisto -Solo unos minutos. Necesito aire fresco.
El chofer duda, mirándome en el espejo retrovisor.
-Está bien -dice finalmente -Pero solo unos minutos.
Me deja en la esquina de la calle principal, tal como pedí. Bajo del coche y me alejo rápidamente, antes de que el chofer se dé cuenta.
Comienzo a correr, sintiendo la adrenalina recorrer mi cuerpo. Mi corazón late con fuerza, y mis piernas se mueven rápidamente. La gente en la calle me mira extrañada, algunos se detienen a observarme, pero no me importa.
Mi respiración se vuelve agitada, y mis pulmones arden. Me detengo un momento para tomar aire, apoyándome en una pared. Miro alrededor, asegurándome de que nadie me sigue.
Veo un callejón estrecho entre dos edificios y me dirijo hacia allí. Es oscuro y silencioso, Me adentro en el callejón, y busco una pared para trepar.
Encuentro una pared baja y comienzo a escalar. Mis manos y pies encuentran apoyo en las grietas y bordes. Me subo hasta la cima y me siento, jadeando. A los dos minutos me levanto y bajo al otro extremo del edificio donde se ven varios arboles
Subo la montaña, el sol golpeando mi piel. El viento sopla suavemente, llevando consigo el olor a hierbas silvestres. Conozco este camino, he venido aquí muchas veces que se siente demasiado familiar
Finalmente, llego a la cima y veo el árbol solitario, su ramaje extendido hacia el cielo. Me siento en su sombra, Se que Samuel llegará. Siempre llega.
Miro alrededor, recordando momentos pasados. Me levanto y comienzo a caminar sobre las raíces del árbol, como siempre hago. Es un ritual, una forma de conectarme con este lugar.
Me siento en una rama gruesa, balanceándome suavemente. El sol comienza a declinar, pintando el cielo de naranja y rosa. Es hermoso.
Cierro los ojos, escuchando el silencio. Samuel llegará pronto. Lo sé.
Pasan minutos, segundos, horas... No sé. Me quedo sentada en la rama, perdida en mis pensamientos. La luz del sol se desvanece, dejando paso a la oscuridad.
Sé que Samuel no va a llegar. Algo dentro de mí lo sabe. Pero no quiero aceptarlo. No quiero creer que me abandonó.
La luna comienza a ascender en el cielo, iluminando la montaña con una luz tenue. El viento se enfriá, y yo me envuelvo en mis brazos, tratando de calmar el frío que se extiende por mi cuerpo.
Aun así, espero. Aunque la oscuridad me rodea, aunque el silencio es opresivo. Aunque todo indica que Samuel no vendrá.
Mi mente me comienza a jugar en contra y Me sacudo esos pensamientos, enfocándome en la respiración. Porque Debo mantener la calma.
La noche avanza, y yo sigo sentada, esperando. Aunque sea en vano. Los ojos se me empiezan a empañar, La oscuridad me rodea, y mi corazón late con un miedo creciente.
Mi cuerpo está entumido, mis miembros doloridos por la posición. La noche es fría, y yo estoy helada.
De repente, escucho pasos. Mi corazón se detiene. ¿Es Samuel? No, no puede ser. Es demasiado tarde.
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Bajo tu Dominio
DiversosRecuerdo la primera vez que lo vi. Me sentí confundida, porque no era la persona que buscaba. No se parecía en lo absoluto. Pero algo en él me llamó la atención. Su mirada era intensa, como si pudiera ver más allá de mi superficie. Me sentí desnuda...