No sé si maldecir a los cigarrillos de mentol, o mejor maldecir el día en que empecé a fumar, aunque tal vez deba maldecir mejor a esa tienda de conveniencia que se atravesó en mi camino, pero luego recuerdo que fui yo quién la fue a buscar. Simplemente no puedo maldecir a nadie porque todas y cada una fueron decisiones mías, bien meditadas y analizadas, igual que cada uno de mis pensamientos. Un Hyundai negro, un toldo, la lluvia, una tienda de conveniencia, un edificio de apartamentos funcional y aún así, todo giraba en torno a los malditos cigarrillos de mentol. Conocí a alguien poco convencional que me daría mucho en que pensar, pero mucho más para sentir. Una cascada tiene una vista preciosa desde la punta pero también es el inicio de un abismo, es algo que debí haber sabido desde el inicio.
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