Roce entre brisas marinas

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- Gracias por haberme ayudado -dije mientras cogía mi bebida de la barra-. Y por haberme traído aquí, la verdad es que no me apetecía nada venir.

- No podría haberte dejado entre esos, y lo sabes -sonrió al coger su copa-. ¿Te apetece bailar?

- Esto… yo no se bailar.

- Yo te enseño, no te preocupes -dijo tendiendome su mano-.

Sonreí, le di la mano y me sacó a bailar entre la multitud. Estaba tan concentrada en como bailar que estaba olvidando todo lo sucedido aquella tarde. La manera en que ese tal Mario intentaba aprovecharse de mí. Lo mejor fue como mi profesor de baile hizo que me dejaran en paz.

En ese momento estábamos bailando un baile de parejas, y él rodeaba mi cintura con sus manos y yo su cuello con las mias. Tenía un brillo en los ojos que esa misma mañana no había visto. Lo poco que conocía ya me gustaba y no era solo el exterior sino el interior. Apoyé mi cabeza sobre su hombro izquierdo hasta que la canción terminó.

Nos separamos y me miró fijamente a los ojos, noté como subia la temperatura en mis mejillas.

- ¿Pero no habías dicho que no sabías bailar? -dijo dándole un trago a su copa-.

- Pero si no se.

- Esta bien, no sabes.

Volvimos a salir a bailar y fue allí donde me topé con Amy.

- Hola Chelsea, ¿qué tal estás?

- Bien, por aquí, pasando el rato.

- Me alegro, bueno me voy que me están esperando. Ya nos veremos Chelsea - la chica de pelo corto se perdió entre la marabunta de gente.

- Por cierto, creo que debería irme. Nos vemos mañana, adiós.

- Espera Chelsea te acompaño, no quiero dejarte sola -dijo cogiendome de la mano-. Es peligroso que vayas de noche y sola.

- Tranquilo, esto no tiene mayor complicación, prometo no perderme.

- No vas a hacerme cambiar de opinión, asi que vamonos.

Íbamos caminando por la orilla de la playa alejándonos de la fiesta del puerto. No había casi luz en la playa, estaba todo demasiado oscuro. Me empezaron a dar escalofríos, no sabía si era por la brisa o porque sentía miedo.

- ¿Estás bien Chelsea?

- Sí, no te preocupes, solo que hace un poco de frío.

- Ven -dijo indicándome que me acercara-.

Obedecí, me acerqué y él me abrazó. Posé mi cabeza en su pecho, me había quitado los tacones y él era muy alto. Le miré, en busca de sus ojos y aunque todo estaba muy oscuro, el brillo que tenían sus ojos era demasiado ponente. Noté la dulzura y la preocupación con la que me miraba y eso hacía que me sintiera bien y protegida, al fin y al cabo hizo que Mario y los demás me dejaran en paz y no me hicieran daño.

Me estaba frotando los brazos y la espalda para entrar en calor y lo consiguió.

- ¿Mejor?

Asentí. Seguimos caminando por la orilla de la playa, estábamos casi  pegados, nuestras manos se rozaban poco a poco, cada vez más hasta que me dió la mano.

Poco tiempo después llegamos a donde horas atrás había dejado su coche. Me abrió la puerta del coche, lo cual me parecía un tanto estúpido aunque supongo que pretendía ser educado. Montamos en el coche y fuimos hacia mi hotel.

Durante el camino no hubo más palabras, tan solo miradas tímidas, sonrisas y pequeños roces.

Todo era tan sencillo e intenso que mis mejillas se  ruborizaron.

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2015 ⏰

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Luck and Misfortune: una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora