14. Tranquilidad

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Juvia

Apenas ha pasado una semana desde que regresé a casa, sin embargo, siento como si todo antes de venir hubiera ocurrido hace mucho, mucho tiempo. Para estos momentos, de nuevo parece increíble todo lo que viví las últimas semanas, que en algún momento sentí como algo casi normal.

Al final decidí que la mejor excusa para regresar era que extrañaba a todos, lo cual resultó ser mucho más cercano a la realidad de lo que esperaba, es decir, me encanta la libertad de vivir sola, pero no me había dado cuenta de la falta que me hacían todos hasta que los volví a ver.

En cuanto al tema de lo que soy en realidad... bueno, pondré las cosas como son, mis progresos en la investigación han sido casi nulos. No es que tenga muchos libros disponibles sobre seres mitológicos (por no decir que solo dispongo de un libro infantil con algunas historias sin ninguna relación con lo que busco), y todo lo que veo en internet es básicamente lo mismo; describe una Ameonna como un yokai o espíritu femenino que aparece en las noches y atrae la lluvia lamiendo su mano y busca su bebé robado, lo cual no me ha sido de ninguna utilidad y más bien parece incorrecto... sí, intenté lo de lamer mi mano para ver si funcionaba, pero no conseguí más que sentirme como tonta unos cuantos minutos y comprobar cómo se sienten los gatos cuando se asean.

Aparte de eso no conseguí ninguna información a pesar de irme hasta la última página del buscador en un intento desesperado, antes de darme por vencida con el internet. Luego de eso intenté averiguar algo preguntándole a mis padres de forma discreta si alguno tenía idea de esto, pero ninguno dio señales de ello, se limitaron a mostrarse confusos por mi repentino interés en el tema. Los conozco demasiado y sé que son terribles ocultando cosas, ni siquiera pudieron convencerme de la existencia de Santa desde que cumplí seis, así que estoy convencida de que no saben nada y tal vez lo mejor sea que todo siga así para ellos.

En cuanto a lo de Gray, al comienzo no tenía idea de qué hacer con su brazalete, pero luego de pensarlo un poco, llegué a la conclusión de que en realidad esto no es relacionarme con él, no estoy incumpliendo la condición de END, solo es un objeto, uno que me ayuda a calmarme infinitas veces más fácil que sin él y que me asegura al menos unos segundos para reaccionar en caso de tener otro encuentro desagradable. Teniendo esto en cuenta, he decidido seguir usándolo, no creo que represente ningún problema.

—¿Juvia? —una delicada e infantil voz termina por sacarme de mis pensamientos. Cuando la volteo a ver, su expresión me da a entender que no es la primera vez que Wendy ha intentado llamar mi atención—. ¿Pasa algo malo?

—No —niego de inmediato, pretendiendo que en verdad tengo los pies sobre la tierra—. ¿Por qué preguntas?

—Bueno... has estado rara desde que llegaste —responde con la timidez que es característica en ella, la cual mezcla con un toque de preocupación que me hace querer decirle todo lo que ha pasado últimamente, sin embargo, lo más conveniente para todos es que guarde silencio—. Estás más distraída que nunca y a veces luces preocupada por algo.

Está bien, tengo que esforzarme más en disimular para no terminar preocupando a todos; lo último que esperaba es que Wendy se diera cuenta de que algo está pasando.

—No es nada, en serio, no le des importancia —fuerzo una sonrisa que espero que me haya salido mejor que como me la imagino—. Admito que me tiene algo en las nubes estos días, pero es nada para angustiarse.

De repente un par de ojos cafés se abren de par en par, como si un interruptor se hubiera encendido en el interior de mi hermana, ni siquiera se me pasa por la cabeza qué es lo que está pensando hasta que abre la boca.

—¿Se trata de un chico? —pregunta con un brillo de especial emoción en su mirada mientras que sus mejillas se ruborizan ligeramente.

—Bu-bueno... podría decirse que sí —admito. No es del todo una mentira, solo que la causa de mi angustia no es un chico protector e imposiblemente atractivo, sino que resulta ser un chico demonio que podría acabar conmigo y todo lo que me importa a la primera de cambios.

Ángel caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora