Capitulo 8

502 42 1
                                    


-Al fin despiertas- le dijo el hombre.

-¿quién es? ¿Qué quiere de nosotros? ¿Dónde está Yue?- pregunto Kagome desesperada sin entender qué pasaba o qué era lo que planeaban sus captores.

-Tranquila, mi nombre es Takeshi. Soy el general Takeshi, para ser exactos y te he traído aquí porque tengo una misión para ti- dijo el general acercándose a nuestra joven sacerdotisa. Se arrodillo hasta tener a Kagome frente a su rostro. Kagome lo miró temerosa.

-Eres más hermosa de lo que me habían dicho-

-¿donde está Yue?- pregunto Kagome con cierta rabia.

-¿tu compañero? ah, sí. Tráiganlo- ordenó el general. Kagome vio con asombro como las puertas se abrían y traían a Yue amarrado en cadenas y con cientos de pergaminos pegados a su cuerpo, los cuales le hacían daño.

-¡está sufriendo! ¡Para ya!- Kagome intentó moverse para ayudar a Yue pero era inútil.

-¿quieres ayudarlo? entonces harás lo que te digo- dijo el general en tono amenazador- La cosa es simple. Si haces lo que digo entonces tu amigo vivirá sino...-

Kagome no lo pensó dos veces en aceptar lo que sea que este hombre quisiera de ella.

-lo haré, ¿pero qué es lo que quieres de mi?- dijo Kagome resignada.

-necesito tu poder espiritual para eliminar a todas esas bestias impuras. Los hijos de humanos y demonios-

-¿qué dice? Yo no puedo hacer eso- respondió Kagome.

-Tu poder solo se compara con el de la difunta sacerdotisa Kikyo, la cual murió hace 50 años. Si realizamos los exorcismos contigo entonces todo será un éxito-

-¿kikyo?- dijo Kagome en un susurro, había tenido un sentimiento muy extraño al escuchar ese nombre.

-aunque tengo mis dudas de que tu tengas semejante poder, ¿están seguros que es ella?- preguntó el general dirigiéndose a sus monjes.

-Estamos muy seguros, señor- le respondió uno.

-Bien, lleven a esa cosa lejos de mi vista-dijo Takeshi refiriéndose a Yue. Los guardias le hicieron caso y lo sacaron de la habitación.

-¡alto! ¿A dónde lo llevas? ¿No piensas cumplir con tu trato?- dijo Kagome exaltada.

-por supuesto, pero no pensaras que andará libre por aquí. Vivirá en una celda el resto de sus días, preciosa-

Kagome no podía creer que alguien tan ruin y despiadado pudiese existir. No estaba en sus planes ayudar a esta persona pero no podía hacer otra cosa que acceder al ver como trataban a Yue. Los guardias llevaron a Kagome a otra habitación donde le dijeron que dormiría y estaría hasta que el general la llamara, allí la esperaba una jovencita. La chica vestía un kimono viejo, su cabello era negro y largo atado en una coleta. Por su apariencia se podría decir que tampoco estaba ahí porque quisiera.

-tu te encargaras de ella- le dijo un guardia a la jovencita. Cuando se fueron los guardias, Kagome fue desatada por aquella chica.

-muchas gracias- le dijo Kagome al poder sentir sus manos libres al fin.

-Tu debes ser la sacerdotisa de la que tanto han hablado- dijo la chica.- Mi nombre es Yurika.

-Soy Kagome, ¿también fuiste secuestrada?-

-Así es, el general incendio la aldea donde solía vivir y yo fui una de las pocas que pudo escapar. Luego me encontró y en vez de matarme me trajo aquí para que le sirviera- le explico Yurika.

-Es horrible-dijo Kagome con suma tristeza- escúchame bien Yurika, escaparemos de aquí-

-¿qué dice?- preguntó la joven un poco confundida. No entendía cómo podían salir de aquí y enfrentar a todos los guardias.

-¿sabes cómo llegar a los calabozos?-

-Se donde están pero no es posible que llegue sin ser detenida por los guardias-

Kagome estaba frustrada, debía haber una forma de ir por Yue sin ser detectada por esos soldados. No pensaba dormir hasta llegar donde él.

Mientras tanto, Yue estaba en lo más profundo del palacio encerrado en una celda oscura. Por Kagome aceptar el trato sus pergaminos fueron retirados pero aún tenía las cadenas que lo inmovilizaban, además estaba muy débil como para soltarse. En medio de esa oscuridad vio como la puerta de la celda se abría y se iluminaba aquella habitación.

- definitivamente das asco- era el general Takeshi y dos de sus guardias. Yue no dijo nada, solo lo miro en silencio pero su mirada expresaba todo el odio que sentía por aquel ser.

-¿crees que no sé lo que eres?- Yue por primera vez se mostró sorprendido- Apuesto a que tu amiguita no tiene ni idea de que acompañante es lo que llaman, ¿ángel caído?

-Me quieres a mí. Déjala libre- dijo Yue.

-los quiero a los dos. Fue pura coincidencia que estuvieran juntos, mejor para mi.- El general camino hasta llegar a una ventana- Te tendré aquí para que ella me obedezca y cuando no me seas útil te aniquilare. Tú eres una aberración al igual que cualquier híbrido-

-¿por qué sientes tanto odio hacia esas criaturas?- pregunto Yue dirigiendo su mirada al general.

-Son cosas que nunca debieron pisar este mundo, al igual que tu. Yo me encargare de hacer nuestra raza pura otra vez- declaró el general y con esas palabras salió de la celda dejando a Yue completamente solo.

Yue no se sentía con las fuerzas de poder salir de ahí y rescatar a Kagome, en esta ocasión se sentía vencido y recordó las palabras de Takeshi.

-ángel caído-

Así es, Yue era esa deshonra. Había sido expulsado por romper una de las reglas más importantes del paraíso.

Esa noche fue una de las más largas tanto para Yue como para Kagome, ambos deseosos de verse y estar juntos.

El destino de KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora