Capitulo 4

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- ¿acaso no recuerdas nada? ¿cuál es tu nombre? -

-Mi nombre es Kagome- le respondí. Era extraño que pudiera recordar mi nombre, pero nada más sobre mi vida. - ¿puedes decirme que me paso?

-Caías de un acantilado y te salve- me respondió secamente. Pasó su mano sobre mi herida y luego se paró. Me extendió su mano para ayudarme.

- ¿a dónde vamos? - le pregunté mientras aceptaba su ayuda. No me respondió y me pregunte, ¿porque confiaba en él? bueno... tampoco es que tuviera muchas opciones y si es verdad que me salvó entonces no se trata de una mala persona o al menos eso me gustaría creer. Yue me ayudó a llegar hasta un pequeño lago que estaba ahí cerca y me instruyó para que sumergiera mi pierna en el agua.

-quédate quieta- me dijo, aunque más bien parecía una orden. Alguien tenía que enseñarle a este chico a cómo tratar a las personas. Mire cómo sus ojos brillaron por un instante y movió sus manos suavemente. El agua del lago comenzó a brillar también y poco a poco deje de sentir dolor en mi pierna, la pequeña herida cerró y mi piel volvió a tener su color normal.

- ¡me curaste! es increíble, muchas gracias- exclame impresionada. Yue dio media vuelta y ¿se iba? ¿planeaba dejarme aquí? corrí tras él y me posicioné frente a él en forma de obstáculo para impedir que siguiera caminando. - por favor, no sé qué me sucedió. No conozco a nadie y me siento muy perdida... ahora mismo eres la única persona en la que puedo confiar y sé que es pronto, pero en verdad no sé qué hacer. - le dije casi con lágrimas en los ojos. No sé qué me paso o que se supone que debería hacer ahora. Yue me ignoro completamente y solo se sentó debajo de un árbol, yo me senté junto a él.

-dormiste todo un día completo, supongo que se debió al veneno de la serpiente- me dijo de repente rompiendo el silencio en esta noche.

-antes dijiste algo sobre poderes espirituales y que por eso estaba viva, ¿a qué te referías? - le pregunté.

- eres una sacerdotisa y tienes poderes muy grandes- me contestó y me explico el trabajo que hacen las sacerdotisas.

Esa noche la pasamos en silencio, Yue me comento que no sabía cómo había ocurrido mi caída pero que por la mordida quizás estaba huyendo de algo. Le agradecí que me contara lo poco que sabía de mí, yo era una extraña para él como él lo era para mí. ¿qué clase de persona era yo? ¿tenía familia? ¿usaba mis poderes espirituales? entre tantas preguntas pronto me dormí sin darme cuenta.

Los rayos de sol iluminaron mi cara haciendo que poco a poco abriera los ojos y como me imaginaba estaba en el mismo lugar, nada había sido un sueño. Mire a mi alrededor y Yue no estaba, me asuste. Me levante rápidamente, pero en eso sentí una ráfaga de viento y cuando levante mi rostro, ¡era Yue! estaba volando con sus enormes alas y aterrizo no muy lejos de mí. Lo miré por un momento y luego vi que traía algo en sus manos.

-Toma- me dijo entregándome lo que traía.

-Es fruta...- dije casi en un susurro. Sorprendida, acepté lo que me daba y comencé a comer. No me había dado cuenta del hambre que tenía hasta que mordí la primera manzana. - muchas gracias, Yue. - le dije sonriente. No me esperaba que hiciera esto, luego le acerque una manzana.

-gracias- me dijo mientras la tomaba. Sonreí ante su expresión, parecía un niño al que habían regañado.

Al cabo de un rato había terminado de desayunar y me sentía muy bien, por eso decidí pedirle algo a Yue que llevaba todo el día pensando.

-Yue, quiero que me ayudes a saber quién soy. Allá afuera debe haber alguien buscándome, ¿puedes llevarme al acantilado de dónde caí? - enseguida me puse nerviosa, no sabía por qué.

El destino de KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora