Capitulo 1-

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Era del sengoku, los monstruos y las constantes guerras eran el pan de cada día para las personas. Justo algo muy peculiar había sucedido recientemente, la poderosa perla de Shikon apareció nuevamente en este mundo y había sido dispersa por una jovencita llamada Kagome. Ella junto a Inuyasha y sus amigos serían los encargados de reunir la perla antes que el malvado Naraku, un semi demonio que desde hace 50 años había sido el responsable de diversas tragedias a lo largo del tiempo.

Kagome pov:

Mi nombre es Kagome Higurashi, actualmente soy una estudiante de secundaria de 15 años que puede viajar al pasado, algo increíble. Justo en mi cumpleaños vine a este mundo y conocí a inuyasha, desde ese día hemos estado juntos y tengo que admitir que me gusta. La verdad es que tengo sentimientos por inuyasha y a veces no se si son correspondidos. Cuando llegue me entere que soy la reencarnación de Kikyo, una hermosa sacerdotisa que murió hace 50 años y que por alguna razón ahora su alma vaga en este mundo en un cuerpo de barro. Ella era la novia de inuyasha...

- ¡oye Kagome! ¿Qué tango piensas? Nos dejaran atrás- escuché las palabras del pequeño Shippo y me di cuenta que tenía razón, estábamos muy detrás.

-igual de lenta que siempre...- escuche refunfuñar a inuyasha.

- ¡discúlpame, pero yo no soy tan rápida! ¡Necesito descansos a veces!

-se me olvidaba lo débil que eres-

Entre inuyasha y yo eran normales estas discusiones por cosas tan triviales. A veces me desesperaba lo inmaduro que podía ser.

-inuyasha, creo que la señorita Kagome tiene razón. Hemos caminado durante un largo tiempo deberíamos descansar. - sugirió el monje Miroku, normalmente él y Sango intervenían en casos como estos.

- es cierto. Además, oscurecerá dentro de poco, será mejor buscar un lugar para pasar la noche. - recomendó mi amiga sango.

- como quieran. No sé porque viajo con humanos- así era la actitud de inuyasha todos los días, pero eso no quería decir que era una mala persona. sabía perfectamente que moriría por proteger a alguno de nosotros y esa era una de las cosas que más me gustaban de él.

Sango monto a Kirara para poder ver si encontraba alguna aldea cercana en la que pudiéramos pasar la noche. tuvimos suerte y nos dirigimos a ella y llegamos justo cuando había caído la oscuridad. El monje Miroku se encargó de que nos hospedaran en una de las mejores casas de la aldea, debía admitir que, aunque fuera un embustero en estos casos no estaba tan mal.

El dueño de la casa nos estaba mostrando todos los lujos que poseía mientras recorríamos un largo pasillo, desvié mi mirada a inuyasha quien iba hasta el final del grupo caminando y me di cuenta que parecía no importarle mucho lo que el señor estaba hablando. La verdad es que no lo culpo, la charla era demasiado aburrida y el señor Sato, creo que ese era su nombre, no parecía darse cuenta.

- ¡y este es mi más grande orgullo! - gritó de repente sacándonos a todos de nuestro transe. Cuando seguí su dedo señalaba una gran pintura que estaba colgada en una pared, a decir verdad, era un pergamino.

- ¿qué es eso? - pregunto Sango y por su tono pude notar que estaba confundida por el contenido de la pintura.

-son ángeles- le aclare de inmediato. Todos mis amigos me miraron confundidos y el señor Sato parecía haber encontrado a alguien que lo entendiera por fin.

- ¿ángeles? ¿qué clase de criaturas son esas? - pregunto Inuyasha de una manera un poco borde.

- ¿no los conoces? - Saltó el pequeño Shippo al hombro de inuyasha.

-pues claro que no enano, ¿por qué supones que sí? -

-es que como eres el más viejo pensé que sabrías- las palabras de Shippo le ganaron un pequeño golpe en su cabecita y la risa de todos.

- Hace ya muchos años, un hombre vino a esta aldea con esta pintura en sus manos. Decía que tenía la misión de traerla para mostrársela a la hija del jefe. Obviamente el jefe era mi antepasado - explicaba el señor.

- ¿y por qué quería dársela a la hija del jefe? - pregunte. Debo admitir que ahora si me encontraba interesada en su relato.

-El viajero simplemente respondió que eso traería paz a nuestra aldea, ya que la jovencita se convertiría en la jefa algún día. Según sus palabras ese periodo serio conocido por ser lleno de paz. - me explico.

- ¿y fue así? - pregunto Sango.

-Por supuesto. Aquella jovencita creció y se convirtió en una elegante mujer de carácter firme pero compasivo. Nunca faltó la comida en nuestra aldea y los enfermos fueron muy pocos. Antes de que falleciera, les ordenó a sus hijos que cuidaran la pintura y así fue pasando de generación en generación- concluyó el señor.

Al mirar la pintura, esta estaba un poco desgastada por los años, pero se podía apreciar perfectamente las enormes alas blancas que son características de los ángeles y una mujer muy hermosa, la cual parecía jugar con el reflejo de la luna llena en el agua.

- ¿cómo supo usted que son ángeles? - me cuestiono el señor Sato.

- de dónde vengo es común ver este tipo de cosas- respondí un tanto nerviosa.

-umm. Si, se nota que no eres de por aquí- dijo mientras ponía atención a mi ropa y a mi pelo. Luego de eso nos asignó nuestra habitación y nos dejó solos.

- ¡por fin! Ya podremos descansar Kirara- escuche a Shippo decir mientras jugaba con la pequeña gatita.

- El señor Sato es muy apasionado con sus relatos, ¿no crees? - me comentó Sango a lo cual yo asentí.

- Nunca había visto seres como los de esa pintura- dijo el Monje Miroku- ¿son normales en su mundo señorita?

- No. Quiero decir, nunca nadie ha visto uno en persona- le respondí con mucha amabilidad.

- Entonces, ¿cómo saben qué tipo de monstruos son? - me pregunto Sango.

- No son monstruos. En realidad, son todo lo contrario. De dónde vengo son considerados la representación del bien.

Tanto Sango como Miroku parecían sorprendidos con mi explicación, pero no hicieron más preguntas y cada quien se dispuso hacer lo suyo. La cena paso tranquila, el monje Miroku coqueteando con las chicas, Sango tras de él y los demás comiendo, era lo más típico en nosotros. Luego de eso fuimos a dormir, pero justo antes de caer en el sueño me di cuenta que inuyasha estaba particularmente callado.

- ¿sucede algo? - le pregunte mientras lo miraba expectante. Estaba casi segura que algo le ocurría.

Me miro sorprendido por mi pregunta creo y luego me respondió que no sucedía nada y me dijo que durmiera. Eso hice. 

El destino de KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora