VIII

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Tras haber pasado Navidad juntos, haber hecho muñecos de nieve y jugado videojuegos, el tiempo transcurrió hasta que el último día del año llegó. Dazai se hallaba limpiando la cafetería, pues le había tocado a él cerrar. Colocó de fondo una canción llamada Mr. Lonely y mientras pasaba el trapo por las mesas, cantaba la letra en voz baja.

De repente, el sonido de la campana que anunciaba la llegada de una persona lo sacó de su pequeña fantasía de ser cantante.

"Disculpe, ya hemos cerra--. ¿Chuuya? ¿Qué haces aquí?" Desconcertado habla el de hebras marrones, posando hábiles en cintura propia.

El pelirrojo se muestra confundido también y musita: "Vine por ti para pasar año nuevo juntos, duh."

Dazai parpadea, asimilando las palabras dichas por el mayor que ciertamente portaba un atuendo alegante: pantalones negros ajustados, un suéter blanco y un largo abrigo negro, a su vez una bufanda color roja cubría su cuello, ocultando el choker que utilizaba desde la víspera de noche buena.

"Pero... Nunca acordamos vernos hoy." El vendado se rasca la nuca, optando por continuar la limpieza mientras hablaban.

"¿Tienes planes?" Cuestiona el poeta, pese a ya saber larespuesta.

"No, no. Iba a ir directo a casa para ver televisión, leer o dormir." Confiesa yendo a tirar la basura a un contenedor, dando así por finalizado su turno. Se deshace de su mandil, colgándolo en un gancho de la pared.

Ambos jóvenes se observan en silencio unos segundos hasta que Nakahara esboza una sonrisa encantadora a la cual el castaño es incapaz de resistirse.

"Entonces, vayamos juntos al festival de año nuevo. Por favor. Veamos los fuegos artificiales y compremos golosinas. Prometo que nos vamos a divertir, Osamu."

Con un pesado suspiro el susodicho asiente, no porque le molestara sino porque odia ser tan débil ante los encantos del otro, aceptando la invitación. Por fortuna había llevado consigo su abrigo beige y una bufanda del mismo color, así no pasaría frío aquella noche en su inesperada salida.

. . .

Horas más tarde, los chicos estaban sentados en una banca alejada de la multitud, comiendo unos algodones de azúcar. Faltaban un par de minutos para que llegara el nuevo año. Todo ese tiempo estuvieron jugando a disparar a los globos, pescar diminutos peces de juguete y obtuvieron así unos llaveros de ositos que intercambiaron. Dazai se quedó con el oso rojo, mientras que Chuuya con el café.

"¿Chuuya?" Llama el vendado, manteniendo la mirada en su dulce.

"¿Sí?" Gira la testa en dirección a su amigo.

"Gracias por hacerme venir. Seguramente lo habría pasado muy mal estando en casa solo, ya sabes." Pese a utilizar un tono de voz bajo, fue claramente escuchado.

Nakahara sonrió y, armándose de valor, tomó la mano libre del contrario.

"Me alegra saber que lo estás pasando bien. Y... Ah, en realidad, quería decirte algo." Tales vocablos lograron atrapar la atención del menor, quien primero observó sus manos enlazadas para después mirar los ojos azules.

"¿Qué cosa, mh?" Se atreve a cuestionar, pese a ya suponer dónde acabaría éste asunto. Tenía miedo de estar en lo correcto. Iba a arruinarlo como siempre.

Nakahara se ve muy bien con su atuendo, tiene las mejillas de un lindo tono carmín, quizá por el frío o la vergüenza; en cualquier caso, en sus ojos se podía apreciar la determinación. En cambio, Osamu estaba intranquilo, mordiéndose el labio inferior sin tener el valor para moverse siquiera un centímetro.

Temor [SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora