VI

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Faltaba exactamente una semana para que Navidad llegase. Si bien habían acordado salir ese día, siguieron viéndose diario como ya era costumbre, pues Nakahara tenía la necesidad de estar con el castaño aunque sea unos minutos, por ello visitaba la cafetería en su horario o le esperaba cuando acababa su turno para acompañarlo a casa. Sí, ya conocía la dirección del vendado, mas aún no había tenido la oportunidad de ingresar a su hogar.

No obstante, esta tarde decidieron ir al departamento de Dazai para jugar algunos videojuegos y pasar el rato, después de todo, ambos son unos jóvenes adultos que necesitan entretenimiento al igual que cualquier otro ser humano. También habían pedido una pizza, por lo que en ese momento se hallaban comiendo sentados en el sofá.

"Dazai, tengo una duda..." Habla el pelirrojo dirigiendo la mirada hacia el nombrado. "Tú no estudias ¿verdad?"

"No. Sucedió que cuando llegó el momento de hacer el examen de ingreso, me di cuenta que realmente no había ninguna carrera universitaria que me apasionara ¿entiendes? Así que decidí comenzar a trabajar." Contesta el castaño con tono tranquilo, aunque se notaba la incomodidad por la tensión en su cuerpo.

"Oh, entiendo. Es difícil tomar una decisión así, ya que se supone vas a dedicarte a ello el resto de tu vida. Pero hey, tal vez algún día encuentres algo que te apasione." Nakahara trata de animarle, dedicándole una suave sonrisa.

"Algún día..." Murmura el castaño, inseguro sobre si eso sucederá considerando que en todo momento desea matarse. De repente utiliza aquel tono cantarín. "En cualquier caso, me gusta mi trabajo. Me encanta poder charlar con los clientes, hacer latte art y comer cosas gratis. Además, mis compañeros son muy agradables y el jefe muy comprensivo."

"Vaya, no es un mal trabajo." Dice interesado por saber más del más alto. "¿Cuánto tiempo llevas trabajando ahí?"

"Eh, un par de años más o menos. También trabajé como mesero, repartidor de comida y cajero, pero definitivamente prefiero ser barista. Además, poder tomar café todos los días es maravilloso."

"Wow, has tenidos muchos empleos. Me alegra que estés feliz con tu actual trabajo, parece que en serio lo disfrutas."

"Fue complicado hallar algo que me gustara, heh." Admite con cierta vergüenza y decide cambiar el foco de atención, no quería hablar más de sí mismo. "¿Y a ti siempre te interesó la literatura?"

"Sí, desde pequeño leía muchos libros. Prácticamente han sido mis únicos amigos ¿sabes?"

"¿Mh? Pensé que tú eras del tipo de persona que tiene muchos amigos."

"¡Já! Para nada, siempre he sido muy serio y como no me interesaban los juegos de los niños... Me refugié en la lectura."

"Ya veo... Debiste ser un niño muy tranquilo."

"En efecto. ¿Tú cómo eras de joven, Dazai?"

Una pregunta tan banal provocó que el castaño se quedase en silencio unos largos segundos. Su infancia fue excesivamente tranquila, no convivía mucho con otros infantes porque prefería los videojuegos, juegos de mesa o ver televisión. Todo el tiempo trató de pasar desapercibido, no queriendo ser parte de la sociedad, principalmente porque sentía no encajar en ningún lado. Ni siquiera en su familia. Aún a día de hoy se sentía de esa forma, aunque...

"Fui un pequeño demasiado dócil, mis padres no tuvieron quejas de mí, excepto por las veces que jugando me caí por tonto. "

La compañía de aquel hombre de ojos azules le hace sentir cómodo; tanto como para hablar de sí mismo, pero aún percibe el temor a ser juzgado por cómo ha vivido.

"Todos los niños son torpes, es normal."

"Sí, pero yo era mucho más torpe. Mira." Dice mientras se levanta el pantalón chandal para dejar ver un larga cicatriz perpendicular que cruzaba su pantorrilla. "Me corté al caer contra unas piedras por estar corriendo y ese fue el lindo recuerdo."

El contrario levanta ambas cejas, impresionado porque era una cicatriz considerablemente grande e imaginar al pequeño Osamu le hizo sentir un poco mal. "Mmh, tal vez eras un poco más torpe de lo normal."

Ambos ríen unos instantes, entonces el vendado habla.

"¿A dónde iremos en Navidad por cierto?" Cuestiona volviendo a colocarse la prenda en su sitio, ocultando la piel.

"Ah." De repente la cara del mayor cobra un ligero tono rojizo, apartando la mirada hacia la pantalla de televisión que se quedó en el menú de Mario Kart. "Estaba pensando en que diéramos un paseo por la ciudad y luego invitarte a mi casa a cenar... No sé si te agrade la idea."

Si ya había planeado eso, luego de que hoy conoció el hogar del de ojos castaños, reafirmó sus planes. El departamento de su musa no era feo, pero... Tenía un ambiente demasiado solitario. Había unas cuantas pinturas decorando las paredes, estaba limpio, pero se sentía vacío. Y suponía que para el contrario aquellas fechas serían complicadas ya que no parecía tener familia cercana. Volvió a posar sus orbes sobre el adverso.

"¿En tu casa? ¿Con tu familia?" El menor duda mucho de aquella idea, no cree ser capaz de estar con otras personas.

"¡No, no! Vivo solo hace unos años, mi familia me dejó mudarme para que estudiara aquí." Responde de inmediato el ojiazul, viendo la oportunidad perfecta para quitarse una duda. "Tú también vives solo ¿no? ¿Planeas visitar a tu familia?"

El contrario niega mientras mastica su último bocado de pizza. Luego de tragar, musita: "Mi familia me odia por dejar los estudios, así que me independicé hace un tiempo. No sé nada de ellos... Bueno, solemos hablar por llamada de vez en cuando, pero lo que quiero decir es que no los he visto. Me invitan siempre a que vuelva, el problema es que no quiero escuchar los sermones y esas cosas, entonces los rechazo. Aparte, una vez pruebas la libertad, es difícil que vuelvas al seno familiar."

Pese a decirlo con total naturalidad, para el poeta es un poco triste escuchar esa explicación. Sin embargo, no queriendo arruinar el ambiente, trata de continuar el tema.

"Comprendo, la situación es complicada. Supongo entonces que no tendrás ningún inconveniente en ir a cenar a mi casa y, eh, si quieres puedes quedarte a dormir. Prometo que Santa te dejará un regalo bajo el árbol a la mañana siguiente." Asegura con una sonrisa tan encantadora que le derrite el corazón a Dazai, quien después de pasar tanto tiempo con aquel sujeto, ha empezado a cuestionarse sus sentimientos.

De todos modos, al sentirse indigno de ser humano es incapaz de experimentar apego, cariño o siquiera amor, por ende ignorará la calidez que se instaló en su pecho gracias a las palabras enunciadas.

"Ya estoy grande para creer en Santa, pero claro, puedo quedarme a dormir si no te molesta." Acepta la propuesta sonriendo con los ojos cerrados, cual niño inocente esperando ser mimado.

"Perfecto, si te parece bien puedo pasar por ti cuando acabes tu turno en la cafetería."

"Claro, ese día acabo a las seis de la tarde."

Tras haber hecho el acuerdo, ambos chicos se dedicaron unas sonrisas preciosas y como ya habían terminado de comer, retomaron los videojuegos, aunque en algún momento Chuuya se cansó de estar sentado y se recostó en el sofá, apoyando su cabeza en los muslos del vendado, quien evidentemente fue tomado por sorpresa y casi pierde, aunque tampoco es como que le haya molestado.

Han convivido un largo tiempo ya y de alguna manera ese pelirrojo ha logrado destruir los muros que construyó a su alrededor para mantener a todos alejados. Podría decirse que ya se ha acostumbrado a su presencia.

No entiende cuál es el encanto de Nakahara ni porqué accede a muchas de sus peticiones, mas no lo va a analizar. No ahora que está en segundo lugar y aún queda una vuelta para terminar la partida.

Temor [SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora