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Una cosa es que alguien esté ocupado y por ello no pueda prestarte atención y otra muy diferente es que literalmente te esté ignorando. Chuuya sabe que está siendo ignorado. Lo comprendería si hubiese hecho algo mal, pero según sus recuerdos, no cometió ningún error.

Durante casi cinco semanas ha estado buscando a Dazai en su trabajo sin éxito porque casualmente cuando llegaba a la cafetería, el susodicho había acabado su turno o no había ido a trabajar o cualquier tontería le inventaba el joven albino. Peor aún cuando le escribía, ni siquiera era dejado en visto, no recibía respuesta alguna a sus mensajes o llamadas.

Lo más fácil sería dejar el asunto en el olvido, alejarse, no volver a buscar al castaño. Claro, eso es lo más fácil. No obstante, Nakahara no piensa soltar a ese hombre así como así, al menos no sin antes obtener una explicación. Necesita saber qué hizo para ganarse éste rechazo. Es por ello que ahora mismo se encuentra apoyado contra la puerta del departamento del vendado.

Mira la hora en su celular, son casi las diez de la noche y él tiene clases al día siguiente, hace frío, está cansado, mas no piensa irse. Estaba bostezando cuando oyó un golpe sordo a unos metros, dirige los orbes azules hacia el sitio y se encuentra con la persona que le ha robado el sueño las últimas noches.

"¿Chuuya?" Musita el más alto que se encuentra rodeado por latas de comida procesada en el piso, debido a la sorpresa se le cayó la bolsa que las contenía.

El pelirrojo se acerca, dedicándole una sonrisa amarga, para después proceder a meter los productos en la bolsa de plástico. Entonces, pregunta:

"¿Podemos hablar, Osamu?"

Minutos más tarde, ambos varones se hallan sentados en un sofá luego de que el vendado dejara sus compras en la barra de la cocina. Nakahara observa que el hogar ajeno está un poco desordenado, hay libros por aquí, prendas por allá, en una esquina hay un par de botellas de alcohol vacías. Chasquea la lengua.

"¿Y bien? ¿Qué hice para que me alejes así, de repente, sin piedad y sin molestarte en avisarme?" Corta el silencio, dirigiendo sus iris azules hacia el hombre de hebras marrones.

Dazai hace una mueca antes de hundirse en el sofá y frotarse el rostro con ambas manos. Inhala profundo.

"No somos nada, creo que estoy en mi derecho de sacarte de mi vida." Responde, tajante, sin escrúpulos, tras haberse descubierto el rostro. Sin embargo, no mira al poeta y eso le indica al adverso que se trata de una mentira.

No puede evitar fruncir el ceño mientras atrapa la diestra del otro con suavidad para hacerle entender que insistiría hasta obtener la verdad.

"Osamu, estás en tu derecho, pero creo merecer una explicación y después, si así lo deseas, jamás volverás a saber de mí." Pese a sentir dolor en el interior de su pecho, se las arregló para decir aquellas palabras con completa claridad.

Los ojos marrones se posan sobre sus manos enlazadas. Mantiene silencio, incapaz de expresar que se siente inferior, que quiere morir, que el temor de fallar en una relación más lo congela. Tiene mucho miedo.

Sin mediar palabra, toma el valor rodear el cuerpo ajeno, ocultando el rostro entre el cuello y hombro del pelirrojo. Se permitió descansar unos segundos ahí, intentando ordenar sus pensamientos, mientras era correspondido y recibía leves caricias en la espalda.

Nakahara tenía la sensación de estar con un pequeño niño roto en esos instantes y deseaba confortarlo.

"Chuuya, te quiero tanto como para soltarte ahora. No puedo permitir que seas más cercano a mí." Comienza a hablar, lentamente y en tono bajo, pero gracias a la cercanía entre ambas anatomías fue escuchado. El nombrado iba a empezar a objetar, mas se contuvo al notar que el castaño negaba con la testa. "Déjame terminar. No soy una persona... Muy sana que digamos. Te haré daño. Te haré sufrir. No soy suficiente para ti, mereces más de lo que puedo darte. No soy un buen amigo y mucho menos un buen novio. No quiero herirte."

Temor [SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora