La segunda vez que ella cambió su peluca, fue por una de un horrible color amarillo limón, pero la llevaba tan orgullosamente que fue un poco difícil no notar que dentro de todo...le quedaba bien.
Siguió haciéndome compañía, sentándose todos los días a mi lado hasta que llegó un momento en el que su presencia no me pareció tan invasora. Incluso puede que al fin haya decidió decirle como me llamaba, después de haberme negado las otras diez veces anteriores.
—Will ¿Eh?—Ella me sonrió, porque parecía ser lo único que podía hacer— Ese es un lindo nombre.
—Lo sé.
Fue todo lo que dije, y por alguna razón ella se molestó. Fue así durante los siguientes días, hasta que no pude aguantar su presencia intimidadora y pregunte.
— ¿Qué, que me pasa?—Su incredulidad por alguna razón me pareció entrañable— Se suponía que tu debías preguntarme mi nombre, o es que acaso ya lo sabes.
— ¿Tu nombre?— Repetí despacio—No necesito saberlo, eres la chica de las pelucas de colores.
Ella entrecerró los ojos y frunció la boca.
— ¿Estás hablando enserió?—Asentí a su pregunta y de pronto su expresión se relajó y ella adoptó una suave sonrisa— Es así como eres ¿no?—Negó levemente— Soy Leah, Will. Pero tú puedes seguir llamándome la chica de la peluca de colores.
Y así lo hice, porque eso era ella para mí.
Un día, como si el color exuberante de su peluca no fuera suficiente, ella apareció vistiendo un escandaloso vestido verde con muchos limones estampados por toda la tela y sus zapatillas blancas de acompañante.
— ¿Te gusta?—Preguntó tomando un lado de la falda y ondeándola orgullosamente-.
—Estas matando mi vista—Me queje, pero como siempre, ella hacía caso omiso de mis comentarios—
Esa tarde comenzó con ella hablando por los dos como siempre, pero se vio interrumpida cuando una movida canción comenzó a sonar en la pista de baile. Ella detuvo su parloteo habitual y me miró con sus ojos brillando de emoción.
Y temía que lo que se avecinaba era malo...muy malo.
— ¡Ven, baila conmigo!
Sin previo aviso me tomó de la mano y me arrastró a la pista de baile, trate de negarme, pero para ser una chica tan pequeña, tenía fuerza.
Comenzó a bailar y de pronto una vergüenza me embargó, su baile era la cosa más espantosa que había visto alguna vez. Y por varios minutos me negué a moverme e intente alejarme, pero me mantuvo a su lado.
Era horrible en lo que hacía, pero tenía que otorgarle que tenía carisma, y la tonada pegajosa le daba putos extras en lo que hacía.
Lo mejor de todo fue que la gente parecía ajena a nosotros, inmersos en su propio mundo, ignoraban a la chica de la peluca amarillo limón y al chico a su lado.
Es importante que les diga, que aunque baile con ella lo hice disgustado, sin disfrutar para nada ese momento tan especial.
No me divertí, y tampoco sentí que un sentimiento extraño comenzaba a abrirse paso en mi corazón. Yo estaba molesto con ella, disgustado porque me hacía salir de mi zona de confort. Irritado porque ella siguiera a mi lado.
La chica de la peluca amarillo limón, afectaba todo mi ser de gran manera.
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La chica de las pelucas de colores
Novela JuvenilAzul eléctrico, rosa chicle, amarillo limón y un sinfín de colores con los que fácilmente la podría describir. Ella era luz, y salpico mi mundo gris con los colores de su corazón.