°•4•° 𝑳𝒂 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒓

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Tocó a la puerta varias veces esperando que el pequeño pelinegro le abriera, normalmente era él quien salía a la puerta y tomando en cuenta que hoy era sábado y los padres de este seguían en el trabajo lo más probable es que así fuera. En un principio le molestó lo que su madre lo obligó a hacer pero ahora que podía aprovechar esta oportunidad para hablar con él después de días, no parecía del todo un castigo.

—Tal vez tampoco esté en casa —la sola idea se le hizo muy rara, puesto que Sunoo casi nunca salía los fines de semana. Pero nadie le respondía, nadie abría.

Estuvo dispuesto a darse la vuelta y regresar a casa, pero sus inmensas ganas de ver a Sunoo el día hoy no lo dejaron irse sin antes tocar una vez más y comprobar.
Así lo hizo, volvió a llamar a la puerta y esta vez si respondieron abriéndola, pero el rostro que lo recibió no era el de Sunoo ni el de sus padres, sino el de otro chico que conocía muy bien.

—Hola Sunghoon ¿buscas a Sunoo? —Fue lo primero que escuchó de aquel chico de mediana estatura y cabello igual de oscuro que el suyo—. ¡Sunoo!, Sunghoon está en la puerta —gritó.

—¿Eh? ¡Oh! Déjalo pasar —contestaron desde el interior de la casa, el intruso que le había abierto la puerta era el compañero y amigo de Sunoo, Jungwon.

—Adelante —dijo haciéndose a un lado para dejarlo entrar, ambos se conocían por Sunoo pero no eran amigos, simplemente eran el conocido de un amigo.

—¿Que haces aquí Jungwon? —Decidió preguntarle luego de que este cerrará la puerta.

—Estamos trabajando en nuestro proyecto final de física, ¿y tú? —respondió animadamente, Jungwon era muy amigable siempre por lo que te hablaba con mucha familiaridad.
—Veo que traes algo en la bolsa —señaló la nombrada—, ¿venías a dejarle algo a Sunoo?

—Si, mi mamá me envió a traerle fresas —explicó con una especie de sonrisa. El chico no le desagradaba, le hacía recordar a Sunoo ya que igual era muy adorable, pero este último se llevaba el premio a lo más tierno que había visto en sus casi 18 años de vida.

—Woah ¡yo quiero! —dijo emocionado con unos enormes ojos que parecían brillar mucho más después de lo escuchado.

—¿Que quieres? —pregunto el recién llegado que había estado en la sala arreglando algo de su prototipo y por eso no salió a abrirle.

—Fresas —le respondió Jungwon.

—Oh, qué sorpresa —Sunoo dirigió su mirada a Sunghoon, estaba muy feliz de verlo después de tanto tiempo—, ponlas en la cocina —le indicó señalando el camino a esta aunque él conociera a la perfección su casa—. ¿Tu abuela vino de visita?

Conocía muy bien a la familia de Sunghoon, así que sabía que la abuela de este amaba cultivar diversas cosas, entre ellas fresas.

—Si, el jueves pasó por aquí —siguió su paso con Sunoo detrás de él, ahora que ya estaba adentro pensó que no fue mala idea hacerle caso a su madre.

—Que alegría —exclamó Sunoo—, ¿y cómo está? —se llevaba bien con todos sus familiares, especialmente con su abuela. Ella lo adoraba como a su propio nieto.

—Bien, nada ha cambiado —comenzó a contarle mientras dejaba la bolsa en la isla y se recargaba en esta dirigiendo su mirada al menor— solo sus gatos, ahora que nacieron más, el número creció así que estaba buscando un lugar para dejarlos —después de inspeccionarlo con la mirada notó que estaba más lindo con su cabello todo desordenado y su sudadera amarilla que le quedaba una talla más grande—. Ya tiene demasiados y necesita gente que los adopte.

—¿Gatos? Yo quiero tener uno —comentó Jungwon desde el otro lado de la barra donde permaneció asomándose para unirse a la conversación— aunque no sé si a mi mamá le parezca, ¿por qué no adoptas uno también Sunoo? —le sugirió—. A ti te encantan los animales.

Hopeless Love                                       °•🅂🅄🄽🄶🅂🅄🄽°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora